Transgénicos: ¿sí o no?

Luisa López

MERCADOS

La polémica sobre los efectos de los productos genéticamente modificados ha sido uno de los frenos a los tratados de libre comercio que negocian desde hace años Europa y EE.UU.

10 feb 2015 . Actualizado a las 20:54 h.

El futuro de la alimentación se ha convertido en uno de los puntos más controvertidos de los últimos años a escala mundial. Las negociaciones de la Asociación Trasatlántica de Comercio e Inversores (TTIP) que Europa y Estados Unidos mantienen desde el 2013 han puesto en jaque a ecologistas, consumidores y agricultores que alertan que de firmarse dicho tratado la entrada masiva de productos transgénicos que a día de hoy no están autorizados en la UE estará asegurada. Según estos colectivos, la carne tratada con hormonas o el pollo con cloro podrán pasar a formar parte del menú del día de cualquier ciudadano y denuncian que muchas de las enfermedades hormonales, metabólicas, inmunitarias o reproductivas pueden estar vinculadas a la ingesta de alimentos genéticamente modificados. La polémica está servida entre los partidarios de los transgénicos que destacan su rentabilidad y sus efectos positivos para la economía y la industria alimentaria y la alarma social generada al respecto. Pero lo cierto es que la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) prefiere mantener la cautela con este tema al afirmar que a pesar de la polémica suscitada alrededor de las repercusión de los Organismos Genéticamente Modificados (OGM) en la seguridad de los alimentos y en la salud de los consumidores, no existen estudios concluyentes que puedan demostrar efectos perniciosos en este tipo de sustancias. «Al no disponer de estudios a largo plazo, no se puede dar una respuesta categórica. Es cierto que la modificación genética puede dar lugar a la introducción involuntaria de sustancias tóxicas, pero en principio se trata de un riesgo fácilmente controlable», apuntan desde la organización.

Si bien su toxicidad para la salud humana no está empíricamente demostrada, los efectos sobre el medio ambiente son más claros. «En este punto es donde se está poniendo un mayor esfuerzo. De hecho, dentro de la evaluación de un nuevo alimento transgénico para ser autorizado en la UE no solo se va a evaluar desde un punto de vista de riesgo para la salud sino también de impacto negativo para el medioambiente», explica Esther Vázquez Carracedo, especialista en Procesos y Operaciones en la empresa y la industria alimentaria. La experta afirma que a día de hoy no existen evidencias concluyentes de que exista un peligro para la salud por el consumo de este tipo de alimentos y que «algunos de los argumentos esgrimidos por grupos anti-OGM son fácilmente rebatidos por las evidencias científicas». Vázquez Carracedo explica que «en un claro contraste con la opinión pública, la asociación americana de científicos ha dicho recientemente que el 89?% de los profesionales estiman los alimentos transgénicos son seguros para la salud».

Mientras los consumidores, la comunidad científica y los grupos anti-transgénicos debaten en todo el mundo los efectos de estos artículos, a día de hoy la única certeza existente en Europa, contrastada con la OCU, es que los OGM son económicamente rentables y contribuyen a la reducción del uso de herbicidas y otros productos similares. Dentro de la UE, España es la que más superficie tiene con casi más de 80.000 hectáreas de cultivos, a la que siguen países como Francia, República Checa, Portugal, Alemania, Eslovaquia, Rumanía y Polonia, según los datos que arroja el colectivo de consumidores. La falta de acuerdo en este apunto ha supuesto un obstáculo en las negociaciones del TTIP, convirtiéndose en cierto grado en un conflicto de intereses comerciales. «No habiendo evidencias científicas de los efectos nocivos para la salud y conociendo la percepción negativa que se ha creado entre los consumidores europeos respecto a los transgénicos es comprensible que EE.UU. no apoye el hecho de hacer mención explícita en el etiquetado de un alimento transgénico», comenta Esther Vázquez Carracedo. Y añade para la reflexión: «Actualmente, hay en el mercado un alimento transgénico que es el trigo sin gluten. Me pregunto qué cambios se produciría en la opinión de aquellas personas con enfermedad celíaca respecto a los transgénicos si este trigo se llega a autorizar». La conocida ya como la alimentación del futuro mantiene en vilo a diversos agentes que todavía, y después de años de negociaciones, no han conseguido unificar los criterios del libre comercio en la industria alimentaria.