El «toga party» da la puntilla a la clase política

íñigo domínguez ROMA / COLPISA

INTERNACIONAL

27 sep 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Italia presencia asqueada el penúltimo escándalo de su clase política como si fuera un trasatlántico a la deriva. En este año de Gobierno técnico de Mario Monti, elegido como solución de emergencia por el derrumbe de Berlusconi, se supone que los políticos tenían que haber emprendido una mínima regeneración. Pero el desmadre de Lazio, la región de Roma, ha dado la puntilla definitiva al sistema. Todos trincan de los fondos públicos concedidos sin ningún control a los partidos y se lo gastan en ostras, champán, joyas, viajes, cochazos, prostitutas y entrevistas pagadas. La gobernadora, la volcánica Renata Polverini, dimitió el lunes haciéndose la víctima inocente de una guerra interna.

Polverini era una especie de Anna Magnani sindicalista de extrema derecha, con voz de verdulera, que iba de auténtica. Ha intentado seguir haciéndolo, pero nadie se cree que no supiera nada: «Ahora me siento libre. He visto cosas alucinantes que he callado por sentido de Estado», dijo tras dimitir. Hasta ahora le habían afeado las clásicas cosas: ir en helicóptero a la feria del peperoncino de Rieti o meter de asesores a amiguetes en contra de la ley, pues no cumplían el requisito de estar licenciados en algo para pillar 190.000 euros al año. El escándalo empezó en julio y estalló este mes.

La clave está en la financiación de los partidos regionales, que ha pasado en dos años de un millón a 14 millones. Aprobado por todos, mientras los servicios públicos degeneran y se aplican dolorosos recortes a los ciudadanos. El resultado son, por ejemplo, sueldos inflados hasta los 50.000 euros al mes y 100.000 euros fijos para gastos de cada diputado.

Todo empezó con la acusación de malversación contra el jefe del grupo regional del PDL, Franco Fiorito, sustituido en julio. Es el personaje impagable del momento. Fiorito, alias Batman desde que se cayó de una moto parada, es un fascistoide de 1,90, 170 kilos, tragón, macarra y nuevo rico. Cobra 31.000 euros limpios al mes, más que los presidentes del Gobierno y de la República juntos. Se ha fundido en un año un millón de euros de las cuentas del PDL.

Tiene ocho casas, dos chalés en Tenerife, otro en la costa romana y tres pisos de lujo alquilados en el centro de Roma. Los contribuyentes le han pagado un cuatro por cuatro de 88.000 euros, vacaciones de lujo en Cerdeña y mucho más. Alega que las reglas no las inventó él y que no robó nada. Aunque está dispuesto a devolver 400.000 euros que aún tiene por ahí. Interrogada su madre, confirma: «Es muy listo, con tres años ya leía el Don Miki».

Como no quiere pasar por tonto, ha sacado dos cajas de facturas de los demás. Todos hacían lo mismo y Polverini, acusa, estaba enterada.

Unas facturas parecen falsas: en el restaurante «Pasqualino» de Roma, por ejemplo, se asombran de una cena de 7.000 euros, porque el local es pequeño y es la recaudación de varias noches. Pero otras son de verdad, como 784 euros en botellas de champán en Navidad a cargo del partido.

Así encontramos otros increíbles personajes. Si Batman es el símbolo, la imagen de la bacanal del poder la ha dado Carlo De Romanis, vestido de Ulises con túnica. En 2010 montó una fiesta para celebrar su elección, un «toga party» con tipos disfrazados de romanos con caretas de cerdo morreándose con vestales. Factura: 48.000 euros. Según Fiorito, de las arcas públicas.