Pepe García, «El Estoico»: «No es feliz quien vive esperando el viernes»

GALICIA

Pepe el Estoico, divulgador de filosofía y autor del libro «Siempre en pie», sale a la calle descalzo de vez en cuando para entrenar la disciplina y fortalecer la resiliencia.
Pepe el Estoico, divulgador de filosofía y autor del libro «Siempre en pie», sale a la calle descalzo de vez en cuando para entrenar la disciplina y fortalecer la resiliencia.

Además de vibrar con el fútbol, se entrenó en clásicos como Séneca y Marco Aurelio, montó una comunidad en la web, escribió un libro, tuvo una hija y desde que trata de vivir estoicamente vive mejor. Advierte que la clave de la felicidad «es la atención»

07 may 2023 . Actualizado a las 10:48 h.

Rafa Nadal y Pau Gasol son dos de los referentes contemporáneos deportivos de este clásico. Si nos ponemos políticos, se queda con Mujica, expresidente de Uruguay. Pepe García, El Estoico, (Manzanares, Ciudad Real, 1987), autor del pódcast de este nombre y del libro Siempre en pie sigue las recetas de Séneca, Epicteto y Marco Aurelio en la cocina de la cotidianidad. Un día dejó la abogacía, rompió la ley del malestar y se entrenó en el estoicismo. Desde entonces, escribió un libro y tuvo una hija, y vive mejor. Uno de sus últimos retos va de ponerse «incomodidades voluntarias». ¿Un ejemplo? Bajar algún día a la calle descalzo «y ver que no te mira nadie».

—¿Qué hace un estoico como usted en un mundo hedonista, ansioso y disperso como este?

—Ir un poco contracorriente, mantenerse fiel a sus principios. Los estoicos decían que está bien vivir con moderación, no con excesos. Los españoles, los mediterráneos, somos más de disfrutar, y lo que implica disciplina e incomodidad suena raro.

—¿Es amargo el estoico?

—Suena a tío amargado, a rancio, pero es lo contrario; va de pensar más a largo plazo.

—¿El placer no da la felicidad?

—El placer no, no es la felicidad, eso seguro. El alcohol o la droga pueden dar placer, así funcionan los circuitos de dopamina... Pero la felicidad no es inmediata. La felicidad duradera creo que tiene que ver con la tranquilidad. Solo cuando estás en calma eres capaz de valorar lo que tienes. Tu vida, lo que tienes, lo podrías perder... No conozco a nadie que esté muy estresado y sea feliz. Y conozco a gente que vive con calma, con pocas cosas, y es feliz. Me gusta una frase de Séneca que dice: «Si no eres capaz de valorar lo que tienes, serás desdichado tengas lo que tengas».

—¿Depende del punto de vista?

—Tiene que ver con prestar atención a lo cotidiano. Hay que pararse a verlo. Lo cotidiano, el nombre, es una trampa. Como es cotidiano, parece que está siempre, y no. La alegría está bien, pero ser feliz no es estar alegre todos los días; es ver que fluctúan los días buenos, malos, regulares. En este paseo, en esta conversación, la felicidad está ahí... Más que en las vacaciones o el viaje que haces.

—¿Se mide en el día a día?

—Hay gente que se pasa la semana esperando el viernes, que se pasa el año esperando agosto y que se pasa la vida esperando la jubilación. Hay mucha gente que vive así. No creo que sea feliz quien vive esperando el viernes.

—¿Porque vive en la expectativa, no en la realidad?

—Hombre, se olvida de vivir de lunes a jueves y el domingo está amargado, porque quedan cinco días para el viernes... La clave de la felicidad es la atención.

—Es muy fácil distraerse...

—La neurocientífica Nazareth Castellanos dice que el 47 % del día el cerebro está en la red neuronal por defecto, en un estado de distracción. Para traer a la mente al presente, hay que esforzarse. Cuando uno medita, no es para buscar esa iluminación, sino para que estés viendo una película y te puedas enterar, o para que cuando un amigo te cuente algo lo puedas escuchar.

Pilar Canicoba

—¿Qué le enseñaron los estoicos?

—A relativizar, a dar menos importancia a lo que no la tiene. Si te preguntara por qué te enfadaste el 28 de marzo, ¿qué dirías?

—Ni idea...

—¿Y el 10 de abril del año pasado? Si te vas alejando del problema como si fueras un pájaro, empieza a ser mucho más pequeño.

—Este año se ha estrenado como padre. ¿Cuesta ser estoico con un bebé, con la tensión de mil rutinas novedosas, sin dormir del tirón?

—Todo es más difícil cuando duermes poco. Si has descansado, si has hecho deporte, si has comido bien, es fácil. ¡El reto es aplicarlo cuando no todo va bien! Con un hijo vives emociones muy intensas, y nuevas. Yo he vivido emociones que no sabía que existían. De alegría y de desesperación. Pienso que, si no hubiera practicado esto, podría haberme tirado por un balcón...

—¿Cómo encaja con estoicismo una derrota de su equipo (el Real Madrid)?

—Relativizas. Le das la importancia que tiene: ninguna. Si ahora me dices si prefiero que gane el Madrid o dormir ocho horas del tirón, ¡te digo dormir!

—¿Cuál es la filosofía del bienestar duradero en la pareja y en la familia?

—Hay un filósofo estoico, Musonio Rufo, que decía que el mejor matrimonio es el que gobierna la filosofía. Un matrimonio compuesto por dos personas justas, moderadas y templadas, va a ir mejor que el de dos que se dejan llevar por el placer o los caprichos. A mí la filosofía me ha ayudado a mantener el mío. Hemos hecho seis años. Es mi relación más larga, y se lo atribuyo a la filosofía. A mí me ha ayudado a enamorarme de la rutina.

—¿Por qué a veces sale a la calle descalzo?

—Por varios motivos. Uno: me ayuda a ser más disciplinado. Dos: está demostrado que ayuda a tener más resiliencia. Tres: no me mira nadie ni nadie dice nada. Es una manera de ver la poca importancia que tienes.

—¿Sabe el estoico estar solo hoy que hay tanta red social, cómo sustraerse a esta presión?

—Yo solo lo paso fenomenal. Soy introvertido. Quizá mucha gente que dice ser extrovertida es que no se aguanta... Decía Séneca: «Da gusto estar con uno mismo cuando uno se ha convertido en alguien de quien vale la pena disfrutar».

—No es estoico Oscar Wilde cuando dice que la mejor manera de vencer una tentación es caer en ella...

—Sí, sí... Eso no, no es estoico. ¿Un estoico tendría redes sociales o intentaría no caer en ellas? No lo sé... Seguramente, se ejercitaría en no entrar en ellas. 

—Una de las recetas cotidianas de la filosofía que sigues: pospón la recompensa. Si te ves tentado de comprar algo, piénsalo primero siete días. ¿Por qué?

—Cuando haces una pausa y piensas siete días, quizá se te pase la idea de comprarlo. Es interesante porque la mayor parte de las cosas están diseñadas así en Internet: para que hagas clic y compres. Para que creas que las necesitas, que tu vida si no va a ser peor. En dos clics las tienes, lo ponen muy fácil... Me gusta mucho esa idea de Epicteto de introducir un espacio entre el estímulo y la respuesta. Eso haces cuando esperas una semana a hacer una compra. Al final, muchas veces te dices: «¡Menos mal que no lo he comprado!».

—A veces el deseo perdura, y esto está bien. Como cuando, de pequeños, pasábamos el año esperando que los Reyes nos trajeran algo de los Clicks... 

—O cuando esperabas toda la semana para ver un capítulo de Los Serrano. Ahora te metes en Netflix y lo tienes todo para ver del tirón. Antes no te quedaba otra que esperar una semana. Y ahora como una cosa tarde tres días te cabreas... Y nos preguntamos por qué somos impacientes.