Besteiro deja la secretaría para no convertirse en un problema para Sánchez

GALICIA

Xoán A. Soler

Asegura que «es una decisión libre, personal y responsable», que Pedro Sánchez no le ha pedido que abandone. El PSdeG quedará en manos de una gestora presidida por Pilar Cancela, que dispondrá de seis meses para fijar la fecha del congreso que elegirá al sucesor

19 mar 2016 . Actualizado a las 09:54 h.

«A partir de mañana seré un militante más y retomaré mi actividad profesional». José Ramón Gómez Besteiro (Lugo, 1967) le dijo adiós de este modo a la política. Lo hizo ayer en Santiago y nadie sabe -a lo mejor ni siquiera él mismo- si lo suyo es un adiós definitivo o un simple hasta luego. Pero lo que sí es evidente es que su renuncia como secretario general del PSdeG-PSOE tiene el sabor de la derrota. Lo reflejaba su gesto de abatimiento al comunicar su decisión a los periodistas en la sede central del partido. Lo reflejaron también sus palabras cuando, en una reunión previa de su ejecutiva a puerta cerrada, inició de este modo su anuncio: «Neste venres de Dolores, teño que...», cuentan que dijo. Y es que Besteiro vivió los últimos días como una verdadera semana de pasión. El golpe sufrido por las seis imputaciones que le cayeron con la operación Pulpo, y que se suman a las cuatro que acumulaba con el caso Garañón, lo abocaron a tirar la toalla para no convertirse en un problema para Pedro Sánchez.

El expresidente de la Diputación de Lugo no aguantó siquiera tres años como secretario general del PSdeG. Es, tras el ourensano Antonio Rodríguez, el líder más efímero que tuvo el partido en Galicia, pues Pachi Vázquez le ganó en permanencia por unos cuantos meses. Seis días después de renunciar a presentarse como candidato socialista a la presidencia de la Xunta, Besteiro volvió a reunir a su ejecutiva y poco más tarde a la prensa para anunciar que dejaban el mando del partido.

Se trata de una decisión que tomó, según sus propias palabras, de forma «libre, personal y profundamente responsable», pues puntualizó que en ningún momento se sintió presionado. Ni por la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, que sugirió que tendría que ir más allá de lo que dicta el código ético del PSOE para no causarle un daño innecesario al partido, ni tampoco por el líder federal, Pedro Sánchez, a quien Besteiro le anunció su decisión el pasado jueves.

«Lo mejor para el partido»

El ya exlíder de los socialistas gallegos sí manifestó que en los últimos días intercambió opiniones «con mucha gente, con muchos militantes» que le ayudaron a concluir que lo mejor que podía hacer es renunciar a la secretaría general, pues era «lo mejor para el partido» e incluso «lo mejor para el país».

Si algo dio a entender Besteiro con estas palabras es que su carrusel de imputaciones judiciales se convirtieron en un problema para el PSOE a nivel federal y que, de alguna forma, estaban limitando las posibilidades de Pedro Sánchez de mantener conversaciones con las demás fuerzas políticas para intentar ser presidente del Gobierno sin que se pusieran sobre la mesa las interferencias de los problemas de la corrupción.

Que la situación judicial de José Ramón Gómez Besteiro estaba llamada a convertirse en el escudo del PP cada vez que lo señalaran con un escándalo judicial es algo que se veía venir desde la campaña electoral de diciembre, cuando el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se defendió del hostigamiento de Pedro Sánchez atacando a Besteiro. En realidad, lo que acabó haciendo el líder del PP fue asentar doctrina. Detrás de él vinieron todos los demás: Rafael Hernando, Javier Maroto y hasta Rita Barberá se aprendieron el nombre compuesto del dirigente lucense para convertirlo en munición política.

En una multitudinaria rueda de prensa, en la que a Besteiro se le rebelaron hasta los periodistas, al marcharse de una pequeña sala de reuniones para obligarlo a comparecer en un espacio más grande, el dirigente socialista manifestó que detrás de su renuncia está la voluntad de «no ser utilizado como excusa para el cambio político» que, en su opinión, es necesario tanto en España como en Galicia. Subrayó que este objetivo era «primordial», y por esa razón optó por hacerse a sí mismo lo que en la jerga socialista se denomina «un Orozco», es decir, quitarse de en medio para facilitar que el partido mantenga toda su capacidad de conformar gobierno y contribuir al cambio.

Su futuro

Gómez Besteiro recuperará en los próximos días su condición de abogado y muy probablemente la empleará para defenderse a sí mismo de los diez delitos que le atribuye la jueza Pilar de Lara. Sobre el futuro del partido no ha querido pronunciarse, arguyendo que ya no se encontraba al frente del PSdeG. Es más, ni siquiera desveló públicamente si tras su marcha se iba a formar una gestora para tomar las riendas, que es lo que marcan los estatutos en este tipo de casos, y menos aún si esta comisión la iba a presidir su secretaria de organización, Pilar Cancela. Se limitó a decir que no habría «ningún tipo de vacío» con su marcha y que el partido «seguirá funcionando como siempre».

El dirigente lucense tomó distancia de este modo con el nombramiento de la comisión gestora del PSdeG, que media hora después de su comparecencia dio a conocer Ferraz desde Madrid a través de un comunicado. Posiblemente la prudencia de Besteiro estuviera dirigida a reflejar que poco o nada tenía que ver con la gestora que lo sucederá al frente del partido, aunque basta repasar el perfil de quienes la forma para adivinar enseguida que la mano del dimitido secretario general estuvo detrás de la decisión tomada en última instancia por César Luena, secretario de organización del PSOE, y el propio Pedro Sánchez.

Besteiro se quita de en medio insistiendo en que «nadie me ha pedido que dimita». La persona que anhelaba suceder a Feijoo en Monte Pío se marcha abatido y deja al PSdeG sumido en el galimatías de tener que elegir un candidato a la Xunta.