El 18 de diciembre es la fecha tope para los comicios, pero ningún partido sabe aún a quién presentará y cuándo elegirá a su líder. Podemos y el BNG se debaten sobre cómo participarán
31 ene 2016 . Actualizado a las 11:02 h.Como muy tarde, el 22 de octubre Alberto Núñez Feijoo deberá firmar el decreto de convocatoria de las décimas elecciones autonómicas de Galicia, que tendrían el 18 de diciembre como fecha tope para su celebración. La única vez que del actual presidente de la Xunta dependió dicha atribución, adelantó en cinco meses todo el proceso, una decisión que justificó como una estrategia para «dar más estabilidad a Galicia», aunque en realidad pretendía escapar lo máximo posible de los recortes que en el 2012 aplicó en plena crisis su partido desde el Gobierno central. En toda la historia de las elecciones autonómicas gallegas, solo Emilio Pérez Touriño, en el 2009, y Manuel Fraga, en el 2005, habían optado por tratar de ganar tiempo al calendario recortando en unos meses sus mandatos para ubicar la cita con las urnas en el fin de semana que les pareció que podía ser más propicio para sus candidaturas, pero a ambos les salió mal.
En esta ocasión Feijoo ha prometido que agotará el mandato, sabedor de que con el cambio en el escenario político que se abrió con las municipales, y que creció en las generales, difícilmente ganará con un adelanto más estabilidad que la que le da su actual mayoría absoluta. Si adelantase considerablemente los comicios sorprendería a todos y cogería a sus rivales con el pie cambiado, sin candidatos, sumidos en crisis y enfrentamientos internos y sin estructura electoral. Pero cuando menos, hasta la primavera su partido tampoco estará en disposición de saber qué hacer. Como el resto de los partidos, el PP carece, en el año de las autonómicas, de un candidato a la presidencia, o mejor dicho, solo Feijoo sabe si el cartel de su partido va a volver a ser él o no.
Reestructuración
Sin embargo, antes incluso de que Feijoo desvele su futuro, el PPdeG tendrá que buscar nuevos aglutinadores provinciales y responsables de la maquinaria electoral en A Coruña y Pontevedra, y ya se verá si en Lugo también, al margen de lo que los juzgados influyan en la carrera de Baltar en Ourense. Y a todo ello se suma la incógnita de la resolución de la política estatal, con la posibilidad de la repetición de las elecciones generales aún sin descartar y la posición en la que quede el PP, pues ni personalmente para Feijoo, ni políticamente para su partido será lo mismo conservar el poder en Madrid o perderlo.
Un gobierno encabezado por Pedro Sánchez sería la mejor noticia que podría recibir el socialista Xosé Ramón Gómez Besteiro desde que lidera el PSdeG. El político lucense es el único en su partido que reconoce que quiere ser candidato a la Xunta, pero, como Baltar, tiene su futuro condicionado por las decisiones de la Justicia. Ha convocado para febrero el comité nacional que definirá el calendario de primarias, confiando en que el paso del tiempo acabe jugando a su favor, aunque mientras prolonga la toma de decisiones tome cuerpo un plan B entre los que entienden que su imputación judicial genera demasiada debilidad al PSdeG.
La crisis interna y la división que vive Podemos en Galicia, con una militancia que se debate entre apoyar a su dirección o a sus diputados, y entre la posibilidad de concurrir en solitario a las autonómicas o reeditar la fórmula de En Marea, está sacando a la luz de nuevo la aparentemente resuelta dicotomía entre el nacionalismo y la izquierda que parecía haber resuelto la coalición tripartita. Sin cabeza visible clara, Podemos hará en febrero su particular cónclave, como el BNG, que buscará de nuevo el 28 del mes que viene una nueva fórmula que consiga frenar su imparable caída, y otro rostro como líder.
Seguros de que el proceso electoral va para largo, Ciudadanos aún no tiene ni calendario ni tampoco aspirante a la Xunta, aunque en su caso su mayor valor es la marca, y a ella se encomendarán desde Galicia.