El constante robo de piedra desmonta molinos y vallados en toda Galicia

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

José Manuel Casal

Los cacos emplean tractores y todoterrenos para llevarse piezas de gran tamaño

24 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Las muelas de granito de un molino de agua en desuso, las losas de un vallado perdido en medio del monte... Una tentación recurrente para los ladrones de piedra, que salpican Galicia de hurtos pocas veces denunciados. Unas huellas de tractor o de todoterreno marcadas con claridad sobre el camino o el césped suelen ser pruebas habituales de estos hechos, pues se requiere de cierta infraestructura para transportar el material.

Manuel Gerpe, propietario del Muíño de Abellariza, en el concello coruñés de Malpica, acaba de ser víctima de uno de estos robos. Del interior de la instalación, que tiene un notable valor etnográfico, sustrajeron las ruedas de moler, un hecho que ha sido denunciado esta semana. «É sangrante -se queja Gerpe-, porque isto fíxoo alguén que levou as pedras para o seu xardín, para poder gozalas el».

Al no estar poblado el enclave, su propietario desconoce exactamente el día del hurto. El molino había sido objeto de una rehabilitación por parte del Concello y de la Diputación, pero con el tiempo se hizo difícil acceder, por la maleza que lo ha ido recubriendo. «Pero o outro día estiven limpando eu -explica Gerpe-, polo que indirectamente faciliteilles o traballo aos ladróns». El alcalde de Malpica, Eduardo Parga, lamenta estos robos que, cree, «se fan cun fin particular, ornamental».

En los montes de Soesto (Laxe) posee una finca acotada por una larga valla de piedra Manuel Cundíns. «Os ladróns viñeron con dous tractores e levaron pedras ao longo de 30 ou 40 metros do valado», lamenta. El problema vuelve a ser el mismo: la soledad del lugar impide cualquier acción preventiva. Con absoluta impunidad «chegan, levantan as lousas que están ben feitiñas e marchan con elas», lamenta Cundíns, que asegura que estos saqueos son «moi frecuentes».

José Manuel Casal

Pero raras veces se denuncian. Quizá por eso el robo de piedra a particulares no está tipificado como delito por la Fiscalía, así que no hay datos. Pasa lo mismo con la Guardia Civil, y ni siquiera las policías locales tienen constancia de la mayoría de estos sucesos, «porque moitos non se denuncian», dice Cundíns.

Sin embargo, cuando se echa mano de la hemeroteca es fácil encontrar casos en toda la comunidad. En febrero del año pasado, los cacos sacaron 13 camiones de piedra de un chalé de Sanxenxo, en octubre del 2013 robaron las ruedas de siete molinos en una aldea de Rois, y en febrero del 2011 se llevaron de una finca de Pontevedra 80 metros cuadrados de granito rosa de O Porriño, por valor de 4.500 euros.

Faltan sillares y piezas de arcos en la iglesia de San Xurxo de Flores, en Aranga

El abandono del patrimonio religioso, una realidad que afecta a numerosas localidades de Galicia, suele ser terreno abonado para los ladrones de piedra, que encuentran en las instalaciones ruinosas y, en ocasiones, cubiertas por abundante maleza, el escenario perfecto para llenar el tractor con un suculento botín.

Es el caso, por ejemplo, de San Xurxo de Flores (Aranga), en evidente estado de abandono y esquilmada pacientemente por los ladrones, tal y como confirma el párroco Manuel Vázquez Ares, titular de la vecina Santa María, que da fe del saqueo paulatino.

«Noto que cada vez hay menos piedras, muchas de ellas, nobles, de arcos y sillares. Pero como todo está tomado por las silvas, ni siquiera es fácil percatarse de que faltan», advierte.

La maleza vuelve a ser en este caso el mejor aliado de los cacos, que actúan con absoluta impunidad: «Se preparan las palanquetas, sacan las piedras y, como nadie vive alrededor... Las últimas veces que fui hasta allí había senderitos marcados en el suelo. O sea, que están entrando, y no precisamente a contemplar el granito».

También la capilla

Vázquez Ares lamenta que «Patrimonio y el Arzobispado, administradores de estas ruinas, no se hayan puesto de acuerdo» para recuperar el enclave. «La capilla de Flores estaba aceptable en el año 2006. Hoy es algo lamentable», afirma con desánimo.

Galicia está repleta de casos patrimoniales como el de San Xurxo de Flores. De nuevo el repaso a la hemeroteca es suficiente para percatarse del desastre, con ejemplos tan sonados como el del pazo de Boallo, en Vimianzo, en el que robaron la balaustrada de piedra hace cinco años.

El problema del abandono

«Hai que recoñecer que é así. Parece que non é nada, pero o certo e que ao final faltan pedras de aquí ou de alá», resume Ramón Tojo, alcalde de Rois, una de las localidades afectadas por el robo de piedras en molinos.

Para Tojo, el problema en ocasiones es «o abandono» de muchas de estas instalaciones, «pero é que non hai forma de conseguir os permisos para poñelas en valor e destacar a súa riqueza etnográfica». En su opinión, los robos se vienen produciendo desde hace bastantes años, y es evidente que «responden a intereses concretos, porque estas pedras non se sacan ao lombo» y se requiere «certa infraestrutura» para transportarlas.