Si de algo tenemos certeza todos, de lo que hemos sido conscientes durante esta crisis que nos sigue atenazando, es de que en lo que va de siglo ha habido un exagerado despilfarro en innecesarios equipamientos y en infraestructuras sobredimensionadas por todas y cada una de nuestras administraciones. Tranvías a ninguna parte, monumentos al milenium, museos insospechados, rellenos y más rellenos en nuestros puertos, reiteración de puertos, túneles porque sí, Ciudades de la Cultura de ese mismo despilfarro, auditorios sin programación, autovías que con niebla hay que cerrar, AVE a diestro y siniestro, polígonos industriales vacíos. La lista, por desgracia, se hace interminable. De este despilfarro no son solo las Administraciones las responsables, ya que fueron los votos quienes auparon y jalearon este descontrol grosero del gasto prescindible. Recuerdo a un alcalde al que el haber renunciado a que una diputación le construyese una piscina climatizada en su concello, ya que el mantenimiento de esta salía más caro que tener un servicio permanente de buses que llevasen a sus vecinos a bañarse en la piscina del concello de al lado, le costó las elecciones. Eso de renunciar a la piscina a sus votantes no les sentó nada bien y se lo hicieron pagar en las urnas. ¿Qué hacer con todo este parque de construcciones innecesarias y onerosas? Es la pregunta del millón. De momento habrá que realizar el sereno ejercicio de imaginación y reflexión que no se hizo previamente. Lo que sí debe tenerse muy claro, diáfanamente claro, es que todo debe hacerse pensando en el bien público, en lo común. Esto mismo se hace harto evidente en el caso del Hospital Xeral de Vigo. Me parece muy acertada la postura, expresada por el alcalde Caballero, de afirmar y mantener su calificación de equipamiento público para tratar de impedir que el Ministerio o Consellería correspondiente especule con estas propiedades públicas. Algo de lo que se sabe mucho en A Coruña, donde Defensa actuó como un activo especulador dentro de la ciudad. Asegurarse, aunque cada caso exigirá una sopesada reflexión individualizada, de que los terrenos de titularidad pública reviertan en beneficio de la comunidad. Y en esta línea se presenta atinada la idea del alcalde de reconvertir en residencia universitaria pública el viejo Hotel Atlántico en pleno centro de A Coruña.