El italiano acusado de matar al gallego que lo acogió dice que lo hizo por miedo

Rodri García A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

«Yo no quería matar al señor Rúa, no, ¡nunca!», afirmó Mirko Santomaggio

22 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

«Yo no quería matar al señor Rúa, no, ¡nunca!». Esto afirmó ayer Mirko Santomaggio en la Audiencia Provincial de A Coruña. Está acusado de matar al vecino de Serra de Outes al que conoció en la estación de autobuses de Noia en el 2011. Al decirle que acababa de llegar a Galicia buscando trabajo y que necesitaba un lugar para dormir, el hombre de Outes, de 65 años, le ofreció una habitación en su casa a cambio de trabajos en su granja. En la tarde del 24 de junio, ambos hombres tuvieron un enfrentamiento y, según reconoció ayer en el juicio, Mirko le dio «tres o cuatro martillazos» en la cabeza, después de que la víctima le hiriera en un dedo con un cuchillo.

El fiscal, que pide 20 años de prisión y 100.000 euros de indemnización para los tres hijos del fallecido, sostiene que el acusado le asestó «diez o doce martillazos» cuando la víctima se encontraba en el suelo, boca abajo, y tras recibir «una patada en el abdomen que lo tiró al suelo». Luego, según el fiscal, el acusado llevó el cadáver a un galpón cercano, a unos diez metros distancia, donde lo introdujo en un pozo artesano que había allí. Posteriormente, «lo tapó con tierra y cemento» y cubrió todo con losetas de mármol. Al día siguiente se marchó en autobús desde Santiago a Barcelona pero al llegar a Logroño fue detenido por la policía. El día 27 de junio ingresó en la prisión de Teixeiro, donde permanece desde entonces.

A preguntas de miembros del jurado popular, el acusado explicó, entre otros detalles, que la noche de San Juan la pasó «fuera de la casa» y que no recordaba dónde se había curado de la herida en un dedo de la mano.

Y es que según explicó el acusado en la vista oral, la víctima le había obligado en varias ocasiones a hacerle felaciones. Detalló que esto ocurrió «la primera semana de estancia en la casa» y luego «casi todos los días subía».

Tanto el fiscal como los miembros del jurado le preguntaron a Mirko por qué no había denunciado la situación. Tras reconocer que se daba vergüenza a sí mismo por mantener dichas relaciones -«a mí me gustan las mujeres-, dijo que no lo había hecho por miedo a perder su trabajo, ya que consideraba muy importante tener un empleo. Reconoció que el día de los hechos, el hombre «me atacó con un cuchillo, quería matarme e hice un gesto para pararlo». El acusado, de 32 años y dos metros de alto, no explicó por qué no se había marchado tras la agresión. Luego, «todo fue muy rápido, en segundos». La acusación particular, que pide 25 años de prisión y 150.000 euros de indemnización, rechazó la versión de las agresiones sexuales. En el juicio, que seguirá la próxima semana, quedó constancia de una carta del acusado a la familia de la víctima pidiéndole perdón por lo ocurrido.