El accidente de Santiago, un mes después

Julio Fernández Alonso

GALICIA

26 ago 2013 . Actualizado a las 06:00 h.

Se cumple algo más de un mes del terrible accidente del Alvia en la curva de Angrois y a nivel nacional la presión mediática va diluyéndose. Solo permanece el dolor de las familias de los 79 fallecidos, y el de los heridos que luchan por su restablecimiento.

Las comparecencias de los presidentes del ADIF y de Renfe en el Congreso sirvieron para dar a conocer que tanto la vía como el tren siniestrado cumplían todos los protocolos de seguridad en vigor. A pesar de ello, ahora se han incorporado señales laterales que limitan la velocidad y que regulan la transición entre el final de la cobertura del sistema ERTMS y el lugar del accidente. Y además van soportadas por balizas que supervisan la velocidad de paso por los nuevos puntos de referencia, y que frenarían el tren en caso de no respetar las velocidades establecidas.

También sabemos ya que existen problemas de operatividad entre el sistema ERTMS instalado en el tramo Ourense-Santiago y los equipos embarcados en los trenes Alvia 730. Y que por este motivo en junio del 2012 se decidió poner estos trenes en servicio amparados por el sistema de seguridad ASFA. Me cuesta entender que siendo referentes mundiales en la alta velocidad, y habiendo ganado el concurso del AVE a La Meca y optando al de Brasil, catorce meses después todavía no se haya conseguido resolver estas incidencias que impiden a los Alvia 730 circular supervisados con el sistema ERTMS.

Por último, parece ser que el origen de la distracción fatal del maquinista pudo ser una llamada telefónica del interventor para indicarle cómo debía estacionar el tren en Pontedeume para facilitar el descenso de unos pasajeros. ¿Tiene sentido esa llamada por el teléfono corporativo cuando lo normal es comunicarse por la línea interna del tren? El propio presidente de Renfe en su comparecencia indicó que existen dos puntos de comunicación tripulación-maquinista: uno en la cafetería y otro en el armario multimedia situado en uno de los coches de clase preferente.

El mal ya está hecho y a las familias de los fallecidos y a los heridos nadie les va a devolver lo que han perdido. Pero como mínimo que tanta desgracia sirva para que no se vuelva a repetir en el futuro, y que quien tenga capacidad de decisión tenga siempre presente que el error humano se puede producir y que se deben poner los medios para minimizarlo o eliminarlo.

Son muchos años de afición al ferrocarril y me viene a la memoria el 31 de marzo de 1997. El Intercity Miguel de Unamuno (Barcelona-Hendaya) entra en la estación navarra de Uharte-Arakil por vía desviada a 137 km/h, cuando debería hacerlo a 30 km/h. El exceso de velocidad provoca el descarrilamiento: fallecen 18 viajeros y 80 resultan heridos. La señal de entrada a la estación debía estar en posición de precaución, y por lo tanto el maquinista debería haber reducido la velocidad. Ni él ni su ayudante (iban dos personas en cabina) la vieron, posiblemente deslumbrados por el sol. Ese tramo de vía no tenía el sistema ASFA y por lo tanto no frenó el tren ante el rebase de la señal a velocidad excesiva. Meses después del accidente, en dicho tramo se instaló el sistema de protección ASFA.