El entierro de un carballés hizo necesario un amplio despliegue policial
13 dic 2012 . Actualizado a las 11:01 h.El carballés Ramón López López tuvo en vida una relación más que estrecha con los agentes de la Guardia Civil, con los que se topó varias veces durante los noventa, antes de ingresar en prisión por tráfico de estupefacientes, y ese vínculo se mantuvo hasta ayer por la tarde, cuando fue enterrado en el cementerio municipal de San Juan Bautista. Aunque esta vez el despliegue policial no iba con él, fueron una treintena los números del instituto armado -incluidos antidisturbios con pasamontañas, investigadores y patrullas locales- los que se desplazaron hasta el camposanto.
Todo porque entre los familiares de López López, que falleció a los 55 años, hay un buen número de presidarios. Cinco de ellos solicitaron permiso para asistir al sepelio y a tres, los que tenían lazos directos, les fue concedido. Así, sus hermanos Antonio y Carmen, y su hijo Benjamín López Rojo, Japito, que cumplen distintas condenas en Teixeiro, fueron trasladados a Carballo entre fuertes medidas de seguridad.