«Heimat», el poder del hogar

Mercedes Corbillón

FUGAS

El escritor, Sergio del Molino
El escritor, Sergio del Molino Diego Lafuente

26 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Adoro C. en invierno, cuando casi no le queda nada de su disfraz de pueblo de veraneo, aunque el maquillaje no se le va nunca del todo. Hay algún bar con su punto chic y su dueño de renombre que recibe el peregrinaje de gentes que quieren hacerse la foto en el lugar del que todos hablan. Nunca sé si el vecino ilustre es beneficioso o una pesadilla. Supongo que a los autóctonos les gustará. Yo solo soy una advenediza que se ha aprovechado de un paisaje que no le pertenece, y sin embargo podría usar ese término alemán, Heimat, que habla de hogar, de pertenencia, de orgullo, de comunión, en realidad, qué sé yo de lo que habla, pero el paisaje tiene ese poder, el de anclarte de una manera que ninguna otra cosa consigue.

El término lo aprendí en la novela de Sergio del Molino, que es un tío cultísimo que no pierde su ritmo, su música de chico de barrio, de chaval de clase media que conquistó el futuro a base de hocicarse en los libros sin dejar de vivir, de amar, de mezclarse. Creo que es eso lo que me ha tenido leyendo Los alemanes hasta la madrugada, mientras el viento, que casi nunca cesa de abatir mi palomar, silbaba como la chimenea de un barco antiguo a punto de naufragar.

Me fascina esa amalgama de erudición y latido, esa miscelánea de conocimientos y vibración, esa revoltura de ansiedades presentes y huellas del pasado, que son los ingredientes perfectos para construir una novela grande, oxigenada, que avanza sobre la persona que lee como el comecome de un vídeo juego, dando mordiscos. Curiosamente, al rematar la novela no utilizó la palabra Fin, quizás porque nada acaba del todo. En el relato se plantea una duda, ¿heredamos la ignominia de nuestros antepasados?, ¿cuántas generaciones pervive la culpa?, ¿significa algo la estirpe?

La cuestión se refiere a los protagonistas, herederos de aquellos alemanes que «perdieron» el Camerún que habían colonizado y se asentaron en España, un país también proclive para hacer fortuna, pero habla de todos nosotros, insignificantes en el devenir de la historia y tan permeables a cuestiones tan inaprensibles como patria, nación, familia, Heimat.