El Seprona retiró en el monte más de cien trampas para animales

ORTIGUEIRA

Ejemplar que murió colgado en una trampa sujeta a un árbol.
Ejemplar que murió colgado en una trampa sujeta a un árbol.

Los más habituales son los lazos metálicos, pero también se halló un cepo para osos

15 feb 2016 . Actualizado a las 12:19 h.

La población de jabalíes aumenta a un ritmo acelerado, hasta el punto de que su hábitat natural, el monte, se les queda pequeño. De ahí que cada vez se les vea con mayor frecuencia paseando por las zonas urbanas y arrasando los cultivos de huerta, al lado de las viviendas. Las batidas de los cazadores, tan cuestionadas por un sector amplio de la población, no resultan efectivas para frenar la expansión de estos cerdos silvestres, que están dando muchos quebraderos de cabeza a los agricultores y también a los conductores que se ven sorprendidos por su irrupción en la calzada.

No se sabe quién las pone, pero lo cierto es que últimamente las trampas para jabalíes, en las que también pueden caer otros animales, salvajes o domésticos, proliferan por los montes. De ello son conocedores los propios cazadores y también los miembros del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil, que están siendo alertados por los primeros sobre la existencia de dichas trampas.

Hablando ya de datos concretos, según la información a la que tuvo acceso este periódico, los agentes de la unidad del Seprona con base en Ortigueira retiraron a lo largo de los años 2014 y 1015 un total de 92 lazos trampa, a los que hay que sumar otros siete que fueron descubiertos hace unos días en montes de Bazón y Doso, en el municipio de Narón.

Del montante global, 70 lazos aparecieron en la zona de Ortigueira, 19 en Cedeira y tres en Cariño. En algunos casos las trampas habían cumplido su cometido y todavía tenían enganchados los restos de jabalíes a troncos de árboles.

Crueldad

La posibilidad de ser descubiertos ha hecho agudizar el ingenio a quienes colocan las trampas, que en ocasiones atan los lazos a ramas cortadas o troncos pequeños. De este modo, el jabalí atrapado tiene una pequeña capacidad de maniobra y en su desesperada pelea para liberarse se va desplazando, abandonando la finca en la que se colocó la trampa, por eso resulta más difícil averiguar la autoría.