Decenas de personas subsisten con lo que les dan los viandantes

FERROL CIUDAD

Las puertas de los supermercados y de los bancos son los lugares más concurridos por los que necesitan ayuda

04 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Los pobres o mendigos ahora son necesitados y las limosnas, ayudas. En poco más que en la terminología mejoró la situación de muchas personas que tienen que subsistir con lo que consiguen recaudar en la calle. Se trata de gente que, en la mayoría de los casos, perdió el trabajo y agotó las ayudas; llegó aquí procedente de otro país con la esperanza de mejorar o, simplemente, nunca tuvo otro medio de vida.

Un ejemplo de esto último es María del Mar Pérez. Tiene 48 años, está viuda y tiene siete hijos. Dos de ellos ya están casados y le han dado seis nietos, pero no tienen trabajo ni perciben ningún tipo de ayuda -una de las nueras lleva un año esperando la Risga-. De ahí que casi todo corra a cuenta de María del Mar, que lleva 30 años vendiendo pañuelos de papel -cobra un euro por dos paquetes- en las calles del centro de Ferrol, todos los días, incluso los domingos. Ella no pide limosna e insiste en que es su trabajo, en el que cuenta con muchos y muy buenos clientes.

María del Mar solo cobra las pensiones de orfandad de sus tres hijos menores -200 euros por cada uno- y paga 280 euros por el alquiler de su vivienda. Asegura que hay mucha gente pidiendo, sobre todo inmigrantes, que son, según cree ella, los que consiguen las ayudas.

Honorio Medina, de 58 años, tampoco se considera un mendigo, porque ni siquiera tiene vaso o sombrero para los monedas, que la gente le da en la mano. Apostado diariamente en la calle Dolores y leyendo un libro, lo que pide, según reza en su cartel, es un contrato de trabajo. Es venezolano, llegó a Alicante hace cinco años y lleva dos en Ferrol. Se marchó de su país a raíz de la revolución y, por ahora, no tiene regularizada su situación en España. Dispone de la documentación necesaria, pero necesita un contrato de trabajo. «Necesito que alguien me contrate por un mínimo de seis meses; estaría dispuesto incluso a trabajar gratis para conseguir el arraigo», asegura, añadiendo que en la actualidad subsiste con pequeños trabajitos que le encargan, como limpiar una finca, pintar o arreglar un baño.

«La gente se queja de vicio»

Honorio, que llegó a Ferrol porque le habían ofrecido un contrato que resultó fallido, vive en un piso de alquiler en Narón, por el que paga 250 euros, come y cena en la Cocina Económica, y asegura que aquí «la gente se queja de vicio, porque las necesidades básicas están cubiertas». Se refiere a los desayunos en Cáritas y las comidas en la Cocina Económica, así como a la cobertura sanitaria.

Jose Antonio Insa, de 43 años, es cocinero profesional y pide la ayuda de los viandantes en la calle Real. Nació en Zaragoza, residió en diferentes países europeos y, tras un tiempo sin empleo -hace siete años murió su familia y se quedó en la calle-, decidió trasladarse a Ferrol, donde lleva dos años, «porque me dijeron que aquí estaban empadronando». Él ya lo hizo y desde hace seis meses está a la espera de que le concedan la Risga y una ayuda de emergencia social. Este zaragozano vive en una pensión -paga 7 euros al día y ahora le está debiendo 50 euros a la patrona- y asegura que quiere rehacer su vida, trabajando en su profesión. Confía en encontrar trabajo en hostelería de cara al verano.

«En Coruña me conocen»

Otro José Antonio, en este caso de A Coruña, también pide ayuda en la calle Real. Tiene 46 años, trabajó en la construcción como albañil, pero la última empresa quebró y el personal se quedó en la calle sin nada y con salarios adeudados. Se trasladó a Ferrol hace dos años, «porque en Coruña me conocen y tengo familia: hermanos y un hijo de 16 años». Le encargan algunos trabajos, «pero a la gente le parece que con 20 euros ya te pagan ocho horas de trabajo, nos tratan como escoria».

El coruñés José Antonio solo cena en la Cocina Económica, porque «las comidas suelen ser más fuertes y yo soy diabético; me arreglo con un poco de pechuga de pavo y pan sin sal». Vive en una pensión y está a la espera de una ayuda del Gobierno central.

María del Mar Pérez. Subsiste con la venta de pañuelos en la calle desde hace 30 años. Está viuda y tiene siete hijos. Cuatro viven con ella, pero también tiene que ayudar a dos que están casados, sin empleo y a los seis nietos. No pide limosna.

Honorio Medina. Es venezolano y lo que pide es trabajo, si bien acepta las monedas que le dan los viandantes. Vive en una pensión y necesita un contrato de trabajo para conseguir regularizar su situación en España.

José Antonio Insa. Es cocinero profesional y llegó a Ferrol porque le dijeron que aquí se empadronaba a los foráneos, requisito imprescindible para conseguir la Risga y ayudas de emergencias social. Está a la espera desde hace seis meses.

José Antonio. Es coruñés y trabajó en la construcción hasta que la empresa quebró y dejó al personal en la calle y con salarios adeudados. Se trasladó a Ferrol porque en A Coruña lo conocen y tiene familia. No quiere que lo reconozcan