Narcos gallegos: de la necesidad a la lujuria

EXTRA VOZ

J L ABALO

El periodista coruñés Nacho Carretero repasa en «Fariña» la trayectoria del narcotráfico gallego desde sus orígenes con el estraperlo; lo hace para advertir de que «es un problema que tenemos para muchos años»

27 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

De la necesidad a la lujuria. Así podría resumirse el largo recorrido del tráfico ilegal de productos que durante décadas entraron en Galicia sin pasar por aduana. Primero fueron artículos de primera necesidad como el aceite o la penicilina de los que la población carecía en la dura posguerra. Posteriormente fueron caprichos a los que no podrían acceder de otra manera, como café o alcohol. Y de ahí, al contrabando de tabaco y al narcotráfico. El periodista coruñés Nacho Carretero hace ese recorrido en su novela Fariña, publicada por Libros del K.O. Parte de la polémica premisa de que en la costa gallega y en la raia con Portugal hubo siempre una cultura del estraperlo que favoreció que el contrabandista fuese por tradición una persona respetada. «El fenómeno no surge porque sí ?dice el autor, que sabe que puede herir sensibilidades?; el contrabando nace como una necesidad de la posguerra y el contrabandista es una persona bien vista, y pasa lo mismo después con el narcotraficante, al menos en los primeros años, que se le sigue respetando con la connivencia de una evidente dejadez por parte del Estado». Para el autor, que ya ni recuerda la cantidad de entrevistas que hizo a jueces, policías y periodistas antes de sentarse a escribir un libro que puede presumir de bien documentado, era necesario contarlo. «Como gallego y como periodista siempre me fascinó; es algo tan bestial, singular y único... Siempre sentí que faltaba una recopilación, y es verdad que el libro no pretende contar nada nuevo, pero sí documentarlo. Ahora se me presentó la oportunidad con Libros de K.O. y me puse a ello».

connivencia con el poder

No es un libro cómodo, y no solo por esas raíces culturales del problema que llevan a la sociedad a mirar para otro lado. «La madre de un toxicómano que se suicidó me dijo que antes se miraba para otro lado con el narcotráfico y ahora se mira para otro lado con el dinero del narcotráfico». O sea, que sigue ganando la batalla de la cerrazón social de la que habla Manuel Rivas en su novela Todo es silencio. Y en parte, porque los viejos contrabandistas contaron siempre con la connivencia de las autoridades, que según Carretero, les dejaron hacer sin sospechar en algunos casos el riesgo que se estaba corriendo de convertir a Galicia en un territorio dominado por la mafia. «No lo digo yo; un juez me aseguró que no hay un solo partido político que no haya sido financiado por el narcotráfico. Habría que profundizar mucho, si alguno tirara de la manta se nos pondrían los pelos de punta. Los indicios te llevan a pensar que ahí hubo gente de mucho calado. Ahí están las fotos de Feijoo con Marcial Dorado... Sería interesante que el propio Marcial hablase. Si rascas se podría llegar muy arriba».

del rubio de batea a la coca

Para Nacho Carretero, los fructíferos negocios entre gallegos y colombianos no surgieron de casualidad. Arrancan de esa impunidad con la que los contrabandistas, que pronto entendieron que introducir tabaco en las lanchas era más productivo que el café, actuaban en la ría. Los amigos de los hijos de Manuel Charlín ya consumían hachís y el viejo vio una mina de oro en el transporte de esa sustancia que hasta entonces los jóvenes tenían que ir a buscar a Marruecos. Y detrás fue Laureano Oubiña, y luego los demás. Eso les permitió hacerse con una infraestructura náutica y una plantilla de buenos pilotos que los carteles colombianos apreciaron en su medida cuando los históricos empezaron a pasearse por las cárceles e iniciaron contactos con los lugartenientes de Pablo Escobar. Hoy, la mayor parte de los transportes se hacen en contenedores, pero el autor del libro advierte: «Los narcos gallegos son muy buenos y son los preferidos por los sudamericanos. Galicia ya no es la principal entrada de la droga, pero sigue siendo la especializada en grandes transportes, y si hay que descargar toneladas, los gallegos son los mejores y los más profesionales». 

La tercera generación

Esa impunidad, con el tiempo, se les volvió en contra. Se hicieron famosos, su ostentación era demasiado evidente y ya no se podía mirar para otro lado. La Justicia empezó a actuar. Primero fue el macroproceso contra el tabaco del año 1984, luego la Nécora, en junio de 1990, y posteriormente, operaciones como la Retro-Fornos dirigida, sobre todo, por un joven Vázquez Taín desde los juzgados de Vilagarcía. Hasta la Tabaiba, en 2009, con el desmantelamiento de toda la infraestructura para las descargas. Nunca se recuperaron de tan duro golpe. Pero Carretero avisa; los narcos siguen trabajando, y ahora es una tercera generación que entendió que la ostentación no les beneficiaba y que operan de una forma más discreta. Además, tienen más formación y, en su mayoría, se criaron en el negocio, porque son hijos, nietos o lugartenientes de los históricos, como el hijastro de Oubiña, David Pérez Lago;  Jorge Durán, marido de una sobrina del patriarca, o Marcos Vigo, pareja sentimental de una de sus nietas. «Los de ahora son más listos, pero también lo es la policía ?advierte el autor?. Ya no pueden alardear, antes quedaban para negociar en un bar y ahora lo hacen en el monte después de dar doscientas vueltas a una rotonda».  

El perfil 

Carretero describe dos perfiles de los narcos gallegos que operan en la actualidad. «Está por un lado el empresario que tiene una empresa náutica o un astillero y lleva a cabo alguna descarga sin mancharse las manos; en general, es una persona respetada. Y luego están los nietos de los históricos, los que se criaron en una narcocultura que perpetúa la situación. En Galicia sigue habiendo jóvenes dispuestos a salir para una descarga y sigue habiendo mujeres que venden pescado con un reloj de marca en la muñeca y hombres que cultivan patatas con un coche de alta cilindrada en la puerta. ?No sé escribir pero no me caben los ceros en la cuenta corriente?». 

Los medios del sva 

Coincidiendo con la publicación de Fariña se supo que la Agencia Tributaria había trasladado a Ibiza una de las embarcaciones que el SVA tenía en Vilagarcía. En los últimos años, Aduanas perdió tres lanchas y un avión en la comunidad. Hay quien dice que el servicio se está desmantelando, lo que deja la puerta abierta a los narcos. «Los mandos están preocupados por los recortes, dicen que todo va para la lucha antiterrorista y que el narcotráfico está en un tercer plano». Puede ser algo puntual, pero la Fiscalía General del Estado constató un pequeño repunte del narcotráfico el último año.

Blanqueo

Carretero apunta un dato polémico; sostiene en su libro que la mayoría de los negocios en la ría de Arousa están financiados con dinero negro procedente del narcotráfico. «A mí también me parecía exagerado, pero con los datos en la mano te das cuenta de que, por ejemplo en hostelería, directa o indirectamente el dinero te lleva al narcotráfico. En cuanto escarbas un poco derivas en inversiones dudosas». 

Hay negocio para rato

Y lo más preocupante. El negocio sigue en auge. «Pretender que se solucione el narcotráfico en Galicia mientras haya gente dispuesta a pagar una descarga y gente que consuma, es una utopía. Galicia es una pieza más del tráfico internacional. El narcotráfico fue pasado, es presente y será futuro». Vamos, que hay fariña para rato.