Amiga e intérprete política de Rajoy

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

J. J. Guillén | EFE

El líder popular elige a una persona de su total confianza, con fama de gestora eficaz y de arreglar problemas mediante el consenso

19 jul 2016 . Actualizado a las 11:28 h.

No solo es que sea una de las personas que mejor conoce en lo personal a Mariano Rajoy, que lo es. Ni tampoco que sea la persona en la que políticamente más confía el líder popular, que también. Es que Ana Pastor Julián (Cubillos del Pan, Zamora, 1957) es una especie de intérprete política de Rajoy, con el que coincide en todo y cuya forma de entender el oficio comparte hasta sus últimas consecuencias. De ahí que no tenga nada de extraño que el líder popular haya pensado en ella para ocupar la presidencia del Congreso en un momento en el que, estando el PP en minoría, el cargo debe recaer en manos de alguien de su más absoluta confianza. En caso de que hoy sea elegida para el puesto, será sin duda una de las figuras claves de una compleja legislatura.

La amistad entre Pastor y Rajoy se remonta a los tiempos de juventud, en los que compartieron pandilla en Pontevedra. Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad de Salamanca y funcionaria del Cuerpo Superior de Salud Pública y Administración Sanitaria, Pastor está casada con el actual presidente de la Autoridad Portuaria de Marín-Pontevedra, José Benito Suárez, amigo y compañero de caminatas de Rajoy, al que conoció en Galicia tras estudiar la carrera en Salamanca, ganar unas oposiciones y sacar plaza en Crecente, un pequeño municipio de Pontevedra. Desde entonces, Pastor es tan gallega como la que más.

Fue jefa de servicio de Planificación Sanitaria de la delegación pontevedresa de la Consellería de Sanidade e Servicios Sociais de la Xunta, gerente de Atención Primaria en Pontevedra, directora provincial del Sergas y más tarde directora general de la Mutualidad General de Funcionarios Civiles del Estado (Muface).

Ed

En 1999 empezó ya a formar equipo político con Mariano Rajoy, que la nombró subsecretaria del Ministerio de Educación y Cultura, que entonces ocupaba, y se la llevó también como subsecretaria a los ministerios de Presidencia y de Interior, que desempeñó sucesivamente. En el 2002, Aznar la nombró ministra de Sanidad, cartera en la que dio un giro total, mucho más técnico, a la gestión que hasta entonces había desempeñado Celia Villalobos, logrando aprobar en el 2003 por consenso de todos los grupos parlamentarios, pese a la mayoría absoluta del PP, la Ley de Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud.

Negociadora

La fidelidad absoluta a Rajoy se mantuvo en la travesía del desierto de ocho años de oposición, hasta que en el año 2011, tras la victoria del PP, fue nombrada ministra de Fomento, donde se labró también fama de gestora eficaz en tiempos de escasez. Pagó facturas pendientes, redujo gastos, se volcó en apoyar a las grandes empresas españolas en el exterior y no dudó en enfrentarse a las constructoras del AVE cuando provocaron retrasos en la ejecución de las obras ya adjudicadas, a las que exigió que cumplieran los plazos y advirtió de que «cuando lo que se tiene en juego es el dinero público, con las cosas de comer hay que tener mucho cuidado».

Esa fama de seriedad, de pragmatismo y de perfil técnico que la acompañan no quita para que sea una persona afable y hasta cariñosa en el trato personal, preocupada a pesar de todo, y cada vez más, por su imagen pública. Aunque en sus inicios primó siempre lo técnico, la experiencia y los puestos de responsabilidad que ha desempeñado han hecho que su perfil político se haya acentuado y que, cuando lo ha creído necesario, haya actuado como azote de la oposición.

Capacidad de trabajo

Entrevistar a Ana Pastor y tratar de sacarle un titular que no sea el que ella misma haya decidido colocar ese día es chocarse contra un muro infranqueable. Pero ni siquiera en el off the record o en la distancia corta que proporciona el tomarse un café con ella es posible arrancarle algo que suene a mínima crítica, matización o añadido al discurso canónico de Mariano Rajoy. Ana Mari, como la llamaban en su pueblo, fue una estudiante brillante que ya de pequeña mostraba la tenacidad y capacidad de trabajo que ahora le reconocen todos sus colaboradores, a quienes exige gran dedicación.

Está acostumbrada a ir al grano y a no perder el tiempo en preámbulos, lo que en ocasiones ofrece de ella una imagen de excesiva frialdad. Pero es precisamente esa franqueza la que le ha granjeado una fama de persona cabal, sin doblez y dialogante, incluso entre sus adversarios políticos, que saben que se puede negociar con ella cualquier cosa, siempre que se le demuestre que la postura que defiende su interlocutor es razonable, y no basada en el puro interés político. Unas virtudes que le serán sin duda de gran utilidad si hoy es elegida presidenta del Congreso.

Incertidumbre hasta el último minuto

La mecánica de la elección del presidente del Congreso hace que, con la distribución de escaños actual, sea imposible predecir con total seguridad el resultado. El acuerdo entre el PP y Ciudadanos para apoyar a Ana Pastor como presidenta no garantiza su éxito. Todo depende de que PSOE y Podemos no acaben votando a un mismo candidato y del apoyo que este pueda conseguir entre los nacionalistas.

Una vez que todos los diputados juren o prometan el cargo, procederán a la elección de los órganos de gobierno de la Cámara en tres votaciones, una para la presidencia, otra para las cuatro vicepresidencias y otra para las cuatro secretarías. Para la presidencia, los parlamentarios votan uno a uno en urna. En la primera votación, es necesaria la mayoría absoluta (176 votos). En el supuesto, previsible en este caso, de que ningún candidato lo logre, se procederá a una segunda votación, en la que ya solo serán candidatos los dos que obtuvieran mayor número de votos en la primera. Y puede suceder que la acumulación de apoyos de terceros den la vuelta a la primera votación.

El acuerdo entre el PP y Ciudadanos garantiza de entrada 169 votos a Ana Pastor, que serían 170 si también la respalda, como parece, Coalición Canaria. El PSOE apoyará a su propio candidato, Patxi López, y Unidos Podemos, al suyo, Xavier Domènech. El grupo de Pablo Iglesias negociaba el apoyo de los soberanistas para superar al socialista en la primera votación. Sea quien sea que pase a la segunda, López o Domènech, la clave está en ver si recibe el apoyo de los partidos que votaron al otro en la primera ronda. El PSOE rechazó el pacto de reciprocidad que le ofreció Podemos y solo votará a López. Si es así, Domènech no tiene ninguna posibilidad. Cosa distinta es que quien llegue a la segunda vuelta sea el socialista. En ese supuesto no está claro qué hará Unidos Podemos. Si apoyara a López y lo mismo hicieran los nacionalistas, podría ser elegido. No es probable, pero las negociaciones continuarán hasta el último minuto.