Un debate estéril aleja todavía más la posibilidad de evitar las nuevas elecciones

e. clemente / G. Bareño MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

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Sánchez pierde la primera votación de investidura sin sumar un solo apoyo a los 130 del pacto con Ciudadanos

03 mar 2016 . Actualizado a las 08:42 h.

Los que suman no quieren pactar. Y los que quieren pactar, no suman. El nuevo escenario surgido de las urnas ha convertido el Congreso en un intrincado laberinto político. Y el proceso de formación de Gobierno, en un rompecabezas de solución casi imposible. Por tercera vez en democracia, el candidato a presidente del Gobierno designado por el rey no logró superar la investidura en la primera votación. Pero, a diferencia de lo que ocurrió en las anteriores -Calvo Sotelo en 1981 y Rodríguez Zapatero en el 2008-, todo indica que Pedro Sánchez tampoco lo conseguirá en la segunda. Por lo que se vio ayer, no solo resulta inviable que el líder de los socialistas sea investido mañana, sino que se antoja muy difícil imaginar que en los dos meses que restan antes de que sea inexcusable llamar de nuevo a las urnas se produzca cualquier tipo de acuerdo.

Lo que se constató es que la situación está totalmente bloqueada y con la perspectiva de que lo siga estando mientras nadie se mueva de su posición actual. El estéril debate no solo no sirvió por tanto para avanzar hacia la investidura, dado que en el momento de la votación Sánchez obtuvo 219 votos en contra y una abstención y no logró sumar ningún voto favorable más a los 130 que ya tenía garantizados tras su acuerdo con Ciudadanos, sino que de cara al futuro rompió los pocos puentes que todavía parecían posibles. La virulencia de los ataques del líder de Podemos, Pablo Iglesias, hacia el PSOE, que llegó a acusar a Felipe González de tener las manos «manchadas de cal viva», en referencia a los GAL, destruyó lo que podía unir a los socialistas con el partido morado.

Rivera exige la salida de Rajoy

Pero la exigencia de Albert Rivera de que Rajoy abandone el liderazgo de su partido porque su tiempo ha pasado ya, su llamamiento a las filas del PP para que lo sustituyan, y el tono despectivo utilizado por Rajoy para despachar el pacto de los socialistas con la formación naranja, que calificó de «ridículo» y de «farsa», volaron también las pasarelas entre Ciudadanos y el PP.

Solo Rivera se salió del tono bronco del debate, con un discurso constructivo en el que apeló en todo momento al consenso y al pacto, abriéndose a izquierda y derecha, salpicando su intervención con citas de Adolfo Suárez y Winston Churchill. Aunque fue contundente con el presidente en funciones: «Estoy convencido de que usted no puede encabezar esta nueva etapa política porque desprecia que España tenga que ser reformada». Además, denunció lo que calificó como «extraña pinza» entre los populares y el partido morado.

En campaña electoral

Las intervenciones parecían más propias de una campaña electoral anticipada que de un debate de investidura. Rajoy ni siquiera se esforzó en reiterar su invitación a formar una gran coalición a tres con el PSOE y Ciudadanos, evidenciando así que ya no contempla postularse a la investidura tras el fracaso de Sánchez y que solo aguarda la convocatoria de nuevas elecciones. Acusó al secretario general de los socialistas de haber engañado al rey y a todos los españoles al plantear una investidura «ficticia» y de ser un «bluf», algo que, de acuerdo con la RAE, definió como «montaje propagandístico para crear un prestigio que posteriormente se revela falso».

Nada con los independentistas

El discurso de Sánchez evidenció también que descarta cualquier pacto con Podemos que requiera la abstención de los independentistas. Y si quedaba alguna duda sobre ello, la intervención incendiaria del representante de ERC, Joan Tardá, dejó claro que no hay nada que explorar por ese camino. «Olviden una declaración de independencia», le dijo el socialista al portavoz de CiU, Francesc Homs.

Sánchez pareció renunciar a un futuro acuerdo con Podemos, al que acusó de ser «la tabla de salvación del PP». Pero tampoco contempla de ninguna manera la gran coalición con un Rajoy a quien consideró un «tapón» que impide el cambio político y al que calificó de fracasado por rechazar la investidura y bloquear el «calendario de la democracia».

Pero si Sánchez aspiraba a que la sesión se convirtiera en una especie de moción de censura a Rajoy que le permitiera reivindicarse con serenidad como el relevo más plausible, comprobó pronto que estaba equivocado. Aunque el solo hecho de subirse a la tribuna y asumir el protagonismo absoluto constituye para él un trampolín político de cara a las elecciones, ayer recibió palos desde todos los frentes. Izquierda, derecha, independentismo radical y nacionalismo moderado. Todos tuvieron para él. Solo su socio Rivera le aplicó algo de árnica, pero el candidato a la investidura dedicó más tiempo a refutar los furibundos ataques que recibió que a defender su programa de Gobierno.

Discurso mitinero

El líder de Podemos, Pablo Iglesias, enarboló un discurso tremendista y mitinero en el que no dejó títere con cabeza, llevando al Congreso asuntos como la Guerra Civil, el franquismo, ETA o los GAL, que hacía tiempo que no se escuchaban en la Cámara, y que iba claramente destinado a su parroquia electoral, como evidencia el hecho de que terminara su intervención con el puño en alto. A Rivera llegó a calificarlo de haber podido ser «un jefe de escuadra de la posguerra» y al PP, de heredero del franquismo porque fue fundado por siete ministros de la dictadura.

El secretario general del partido morado se refirió siempre en tono despectivo y displicente a Sánchez. «A usted le han prohibido gobernar con nosotros», le espetó. «Cuídese de la naranja mecánica, señor Sánchez», le avisó, argumentando que el pacto con Ciudadanos es solo la primera entrega del plan orquestado por la oligarquía para formar la gran coalición. Y añadió que Rivera «en cuanto tenga ocasión no dudará en entregarle al PP».

La conclusión del debate es que las posiciones están incluso más alejadas de lo que cabía suponer después del complicado tablero que dibujaron las urnas el 20D. Y que, aunque todos saben que para evitar unas nuevas elecciones alguien tendrá que moverse de las posiciones dogmáticas que sostuvieron ayer, nadie quiere ser el primero en dar ese paso.

La sesión se reanudará mañana a las 18.30 horas

Tras el fracaso de Pedro Sánchez en la primera votación, la sesión de investidura se reanudará mañana a las 18.30 horas con una breve intervención de los grupos para fijar su posición en la votación, que no podrá tener lugar antes de las 19.45 horas, 48 después de la primera. Para ser investido le basta con la mayoría simple, esto es más síes que noes.