El presunto asesino, un hombre de etnia gitana de 40 años que ya ha sido detenido, y una de las fallecidas llevaban separados seis meses
09 nov 2015 . Actualizado a las 13:11 h.Una madre y su hija ensangrentadas y sin vida sobre el asfalto. Un carro de niño tumbado en la acera. Un pequeño de tres años desconcertado, corriendo solo por la calle. Un día después de la masiva condena a la violencia de género en Madrid, la lacra volvió este fin de semana a cobrarse la vida de dos mujeres. En esta ocasión fue Lorenzo M. C., de 40 años, quien disparó presuntamente a su compañera sentimental de 42 y a la madre de esta, de unos 65. Según los testigos, lo hizo a bocajarro y en plena calle, en la localidad de Llíria.
Los hechos se produjeron sobre las cinco y media de la tarde, a la altura del número 24 de la calle Valencia de la capital de Camp de Turia. Al parecer, y según el testimonio de personas próximas a las víctimas, Lorenzo «acababa de regresar de Alicante con el pequeño de tres años». Fue a Llíria para entregárselo a su mujer, que vive allí con sus padres tras romper con el supuesto homicida «hace unos dos años». El alcalde de la localidad, Manuel Civera, aclara, sin embargo, que la pareja llevaba separada seis meses.
Según los familiares de la víctima, la pareja llegó a convivir en Valencia, pero surgieron desavenencias y se produjo la ruptura. Un momento crítico para Elvira fue la paliza que recibió el pasado abril, tras la cual necesitó asistencia hospitalaria. Según los parientes, «ella no quiso denunciar, pero sí lo hizo el médico que le vio las heridas». Por eso, el hombre tenía en vigor una orden judicial de alejamiento de 300 metros e incomunicación por cualquier medio con la mujer.
No ha trascendido si se produjo alguna discusión. «El nene pasaba algunas temporadas con su padre y otras con su madre», describen los familiares. Parece que Lorenzo se aproximó a las víctimas con un monovolumen Renault Scenic de color verde, en el que, según fuentes policiales, viajaba en compañía de otro hombre.
De acuerdo con las primeras reconstrucciones, a través del testimonio de testigos, el homicida disparó a corta distancia y luego huyó. Un vecino que presenció la escena desde su balcón habló de una docena de tiros. La madre, de nombre Magdalena, quedó tendida en el paso de peatones. Su hija, Elvira M. T., yacía a pocos metros, en una esquina, bajo la entrada del taller Recambios Llíria. El pequeño salvó la vida y echó a correr sin rumbo hasta que fue auxiliado por algunos vecinos que dieron la voz de alarma. «El chiquillo iba como perdido. Parecía que estuviera solo por la calle. He acabado con el alma rota», describió un vecino que cuidó unos segundos del menor mientras la Policía Local y la Guardia Civil trataban de aclarar lo ocurrido. «Le preguntaban los policías y estaba como en shock, el pobre», describe Ana, una residente que presenció esa dolorosa escena. «Unos vecinos le tendieron una chaqueta para que no pasara frío y le dieron galletas».
En pocos minutos, la zona del homicidio se llenó de vecinos. Varios tomaron el pulso a las mujeres para comprobar si había esperanza. Después llegó un equipo médico de urgencias. La de Elvira fue la primera muerte confirmada. Trataron de reanimar a Magdalena, que presentaba una herida sangrante en el pecho. Nada pudieron hacer. El caso quedaba en manos de la Guardia Civil.
Según fuentes municipales, el sospechoso huyó a pie y su acompañante en coche. El vehículo fue abandonado y localizado. Un gran dispositivo policial tomó las calles, accesos y carreteras próximas al pueblo. Finalmente, detuvieron al presunto asesino, un hombre de etnia gitana de unos 40 años, cuando huía por unos caminos secundarios que salen de Lliria hacia la vecina localidad de Marines.
Tras varias horas de búsqueda, el presunto autor de las muertes, un hombre de etnia gitana de unos 40 años, se entregó a los agentes de la Guardia Civil, informa EFE, que lo trasladaron a la Comandancia de Patraix, donde permanece a la espera de pasar a disposición judicial.