El PP moviliza a su electorado y da un paso al frente para recuperar la unidad interna

G. B. MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

Los populares han diseñado este acto con el exclusivo fin de engrasar la maquinaria electoral en un año convertido ya, todo él, en interminable campaña

25 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Toda convención política es por definición un gran acto de propaganda. Y la que está celebrando el PP no es una excepción. Los populares han diseñado este acto con el exclusivo fin de engrasar la maquinaria electoral en un año convertido ya, todo él, en interminable campaña. Y en el que, si se confirma el adelanto en Andalucía, a los políticos apenas les quedarán fechas libres para otra cosa que no sea dar mítines. Ese objetivo de movilizar a una militancia a la que le habían entrado dudas ante el auge de Podemos y las dificultades para que cale el mensaje de que los sacrificios exigidos van a dar sus frutos, se ha cumplido, a juzgar por el entusiasmo mostrado en el Palacio de Congresos de Madrid.

Pero el segundo gran objetivo era el de hacer un alarde de unidad en un partido al que las acusaciones de Bárcenas y el distanciamiento entre Aznar y Rajoy ha puesto a prueba. Y ese objetivo solo se ha alcanzado en parte. Ayer, la consigna entre los dirigentes populares era asegurar que a todos les había encantado el discurso de Aznar, por más que este fuera en realidad una regañina y un toque de atención y una llamada a recuperar las esencias del partido.

El precio de la unidad

Uno de esos dirigentes admitía en privado que Aznar no estuvo precisamente cariñoso con Rajoy. Pero consideraba que su intervención resultará positiva para el partido porque aleja la posibilidad de que el ex líder del PP, al que se le ha dado carta blanca para decir lo que ha querido, repita en plena campaña una espantada similar a la de las europeas o muestre de nuevo su lamento y su rencor por lo que considera un desprecio de su partido.

Superar con buena cara el sermón de Aznar sería así el precio que Rajoy paga gustoso para asegurarse su apoyo en unas elecciones generales en las que el PP necesita más que nunca que todos sus votantes, desde los que militan en el centrismo más liberal hasta los que se sitúan en la frontera con la ultraderecha, acudan a las urnas como un bloque. El congreso del PP ha mostrado claramente, por fin, que tanto Rajoy como Alberto Núñez Feijoo, los dos grandes protagonistas de esta convención, tienen ya claro que Podemos no son ese grupo de frikis que les describió hace no mucho Pedro Arriola. Y que si se duermen o pierden la unidad, la victoria en las generales de noviembre estaría casi imposible