La filtración de Fernández Díaz se produce en el momento álgido del ajuste de cuentas entre la Policía y el CNI

melchor saiz-pardo MADRID / COLPISA

ELECCIONES 2016

SERGIO PEREZ | REUTERS

Los agentes que investigan el caso lo consideran un episodio de la guerra interna en el cuerpo

23 jun 2016 . Actualizado a las 13:16 h.

«Quizás la motivación última es política, pero aquí lo que se ventila es un ajuste del cuentas en el Ministerio del Interior». La misma frase la repiten tres de los altos mandos de las fuerzas de seguridad y de la misma opinión son los agentes de la Policía Judicial a los que se ha encargado investigar la grabación y posterior filtración de la confabulación antiindependentista entre el ministro Jorge Fernández Díaz y el director de la Oficina Antifraude de Cataluña, Daniel de Alfonso.

«¿Cómo explicar que la recta final de la campaña electoral se haya visto sacudida por una guerra civil en la Policía en la que se enfrentan clanes de la institución, servicios secretos, políticos, sindicatos e incluso periodistas?». Para tratar de entender lo que ocurre en Interior hay que ser consciente de que las refriegas en la Policía han llegado a extremos hasta ahora desconocidos y de que hay dos bandos y de que los campos de batalla han sido ya el caso del Pequeño Nicolás, el informe PISA sobre Podemos e incluso los informes apócrifos de la UDEF contra independentistas hace unos años.

En una de las trincheras está la parte más oficial o cercana al poder, que obviamente encabeza el propio ministro. En ese bando se sitúan algunos de los mandos más influyentes, pero también más cuestionados, de la Policía, como el director adjunto operativo (DAO), Eugenio Pino, al que los informes del caso del Pequeño Nicolás señalan como una de las personas que ha frenado la investigación sobre el polémico comisario José Manuel Villarejo, de servicios especiales. Villarejo es el policía que, junto a Enrique García Castaño, de los servicios antiterroristas, mantuvieron la entrevista con el expresidente madrileño Ignacio González, en la que, según el exgobernante, intentaron «chantajearle» para encubrir una investigación «ilegal» sobre el ático. 

Inteligencia

Al otro lado, la cabeza más visible es el exjefe de Asuntos Internos y aspirante a hacerse con el puesto del DAO, Marcelino Martín-Blas Aranda, excomisario de Asuntos Internos y enemigo a muerte de Villarejo y los suyos desde que en un informe suyo involucrara a Villarejo en los intentos del Pequeño Nicolás para comprar al empresario Javier de la Rosa datos contra el clan Pujol. Este segundo grupo tiene el respaldo, como el anterior, de sindicatos y periodistas, pero sobre todo del Centro Nacional de Inteligencia.

Martín-Blas, hoy enfrentado a muerte con Interior, fue uno de los dos comisarios que el 29 de octubre del 2012, en plena campaña de las elecciones catalanas, se desplazó a Barcelona para tratar de «convencer» a los fiscales anticorrupción Fernando Bermejo y Emilio Sánchez Ulled de que «resucitaran» la investigación del caso Palau y reclamaran al juez el registro de la sede de Convergència. A esa reunión les acompañó el también comisario José Luis Olivera, otro de los hombres fuertes del ministro del Interior. En aquel tiempo surgieron los informes apócrifos de la UDEF acusando a Artur Mas de tener cuentas en el extranjero, entre otros.