El laberinto de las preferentes

mercedes mora REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Oscar Vazquez

Miles de ahorradores sufren su particular «corralito»

01 mar 2012 . Actualizado a las 07:01 h.

Los miles de ahorradores -unos cien mil solo en Galicia, según datos de Adicae- que compraron participaciones preferentes atraídos por el reclamo de jugosas rentabilidades -por encima del 6 % anual, en la mayoría de los casos- se encuentran ahora atrapados en un laberinto. Tanto, que ya hay quien habla del «corralito de las preferentes».

¿Qué son las participaciones preferentes?

Son un híbrido a medio camino entre la renta fija (bonos) y la renta variable (acciones), que ofrece sabrosos rendimientos, pero que esconde mucha y farragosa letra pequeña. Los afectados denuncian que, en muchos casos, las entidades se las vendieron como si fueran depósitos. Pero la realidad es que distan mucho de serlo. Porque conllevan importantes peligros para el comprador. El más importante, que resulta muy difícil, por no decir imposible, recuperar el dinero antes de la fecha de vencimiento, que en casi todos los casos se extiende más allá de los 30 años y, en otros muchos, ni siquiera tiene fecha de caducidad. Resumiendo, que son perpetuas. Recuperar el dinero queda, pues, en manos de la voluntad del emisor. Por si fuera poco, el pago de los intereses prometidos está supeditado a que la entidad que se las vendió obtenga beneficios. Para acabar de redondear la condena, en caso de que el banco o caja tenga problemas de solvencia, la firma se las puede liquidar por debajo del precio al que las colocó. Esto es, recomprárselas, pero más baratas. Y si quiebra -algo ya no tan improbable como antes-, ya puede ir despidiéndose del dinero, porque las preferentes no disfrutan del manto protector del Fondo de Garantía de Depósitos (FGD)

¿Qué se puede hacer?

En teoría, la única salida es venderlas en el mercado secundario -donde se negocian los títulos ya emitidos- a otro particular. Pero exponiéndose a graves pérdidas. En estos momentos llegan hasta el 60 %. Ahí es nada

¿Ofrecen las entidades alguna salida alternativa?

En los últimos meses, varias entidades han propuesto a los afectados canjear sus participaciones preferentes por acciones o bonos necesariamente convertibles (en acciones, también). El primero en hacerlo fue el BBVA, al que no tardaron en seguir el Santander, Sabadell, Caixabank, Popular, Bankia y Banesto. De esta forma matan dos pájaros de un tiro, se quitan un problema de encima -la presión de los afectados- y, de paso, y más importante desde su punto de vista, refuerzan el capital. Ese que vigila con lupa la Autoridad Bancaria Europea y que trae de cabeza al sector. Y es que las preferentes computan como capital y refuerzan los recursos propios de las entidades.

Ahora bien, eso solo lo pueden hacer las entidades que cotizan en Bolsa. Solo ellas pueden ofrecer acciones a cambio de las preferentes. No es el caso de Novagalicia Banco, que heredó los 450 millones colocados en su día por Caixanova y Caixa Galicia. La entidad está estudiando varias opciones para ofrecer una salida a sus clientes y espera tener pronto una solución sobre la mesa.

¿Cuánto dinero hay atrapado?

Se calcula que entre 12.000 y 15.000 millones de euros. La inmensa mayoría de ellos, vendidos entre el 2008 y el 2009. Con los canjes ya cerrados o en marcha, la cifra podría verse reducida hasta los 8.000.

¿Qué hacer si se siente estafado?

La queja más extendida entre los afectados es que en la entidad donde les vendieron las preferentes no les explicaron el verdadero riesgo que corrían. Muchos estaban convencidos de que habían colocado su dinero en un depósito a plazo fijo. Lo primero que debe hacer el particular es dirigirse al departamento de atención al cliente de la entidad en cuestión y al defensor del cliente, si lo tiene. Si en dos meses no ha obtenido respuesta o no es la que esperaba oír, ya puede reclamar ante la Comisión Nacional del Mercado de Valores. En la página web del organismo emisor está toda la información necesaria para hacerlo.

La propia CNMV lanzó en el 2009 una advertencia sobre estos productos, que, visto lo visto, cayó en saco roto. «Se trata de un instrumento complejo y de riesgo elevado, que puede generar rentabilidad, pero también pérdidas en el capital invertido», rezaba aquel aviso.