Rafa Nadal, el ídolo de todo el equipo español

Paulo Alonso Lois
PAULO ALONSO LOIS RÍO DE JANEIRO / ENVIADO ESPECIAL

DEPORTES

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Su clase, su lucha y su accesibilidad para atender fotos hacen de Nadal el referente indiscutible en la Villa

14 ago 2016 . Actualizado a las 17:01 h.

La competición avanza y en la Villa Olímpica de Pekín, a primera hora, calado bajo su inseparable visera, Rafa Nadal aprovecha que apenas hay movimiento alrededor de los apartamentos españoles para ir a la lavandería. Aprovecha para cumplir con las tareas cotidianas, como uno más, aunque en realidad no sea uno más en la familia olímpica. Cuatro horas después, camino del comedor, avanza a paso ligero consciente de que, si se detiene, los 200 metros hasta el autoservicio se convertirán en una sesión interminable de fotos con otros deportistas y entrenadores. Desde aquella imagen del 2008 en China, mientras Roger Federer descansaba en un hotel de lujo, lejos del bullicio, como hacen otras estrellas para evitar el asedio de toda clase de peticiones, la popularidad y la admiración que genera Nadal en todo el mundo se dispararon todavía más.

Pero en Río repite la sencilla vida en el alojamiento de los atletas, en apartamentos de habitaciones compartidas. Y cumple con algunas rutinas para hacerse con detalles que le hagan algo más cómoda la estancia. Como la visita de hace unos días a la sencilla tienda de la zona internacional, donde conviven visitantes, deportistas y periodistas. Cada cuatro pasos, atendió una foto. No rechazó ninguna. Y esa accesibilidad hace que en las redes circulen fotos de otros deportistas que se arriman a Nadal incluso mientras come, como hizo el futbolista argentino Cristian Pavón.

«Siempre se presta»

«La gente se pasa con él, no le dejan ni un momento tranquilo. Hay que saber respetar los momentos de descanso. Pero él siempre se presta a todo», reflexionaban hace unos días las rugbiers gallegas Vanesa Rial y Paula Medín sobre el aluvión de selfies que atiende Nadal cada día en la Villa. Su sencillez, su accesibilidad, los valores que transmite en la pista como el más luchador de todos los tenistas, su autocontrol a prueba de bombas, le convierten en el ídolo del equipo español. Y la sonrisa con la que ejerció de abanderado lo acercó todavía más al resto de compañeros que le acompañan en Río.

Quizá por eso, la elección de Nadal para encabezar el desfile no generó ningún debate, cuando otros deportistas españoles tenían mejor palmarés olímpico. Su reputación resulta uno de los grandes valores para la marca España en todo el mundo.

Momentos relajados

En momentos más relajados, cuando no supone un engorro para él se, ha hecho fotos con varios deportistas gallegos. Con la naturalidad de siempre y la felicidad de vivir, quizá, sus últimos Juegos Olímpicos a sus 30 años y con un cuerpo castigado. Cada una de sus victorias se ha celebrado por el resto de deportistas como un canto al espíritu olímpico y a la superación. El triunfo de una superestrella que eligió Río para reaparecer pese a arrastrar problemas físicos en la muñeca. Compite con dolor. Se lo agradece el resto del equipo.

Sin fronteras

Y al ya doble campeón olímpico en Río 2016 y Pekín 2008 le paran deportistas argentinos, sobre todo argentinos, norteamericanos, italianos, franceses.. La pasión por Nadal no entiende de fronteras.