Cese injustificado en el Real Madrid de Florentino Pérez a Ancelotti

A. Bruquetas LA VOZ / REDACCIÓN

DEPORTES

SUSANA VERA | REUTERS

Florentino Pérez no explicó los motivos por los que prescinde del técnico italiano. «No voy a entrar, porque no es oportuno. Prefiero dedicar el tiempo en resolver otros temas»

26 may 2015 . Actualizado a las 15:15 h.

Salió hasta en dos ocasiones en rueda de prensa para asegurar que Carlo Ancelotti continuaría como entrenador del Real Madrid. La regla no escrita del fútbol dicta que si a un técnico lo ratifican más de una vez, eso significa que ya ha sido destituido. Florentino Pérez anunció ayer lo que prácticamente todo el mundo sabía, que el italiano no cumpliría la temporada de contrato que le quedaba con el conjunto blanco. Se marcha el hombre que le dio la décima Champions, la que la crispación de Mourinho ni siquiera pudo olfatear. Aquel título fue, sin duda, el salvavidas de Ancelotti. Hoy parece confirmado que un fracaso en Lisboa lo hubiese mandado a la lona la primavera pasada.

¿Por qué prescinde Florentino del hombre que pacificó el Santiago Bernabéu? «Ha sido una decisión tremendamente difícil, pero en este club la exigencia es máxima y la junta directiva ha considerado que necesitábamos otro impulso para conquistar nuevos títulos», se refugió el presidente en un discurso vacío que ya ha entonado en otras ocasiones similares. Recordaba incluso a aquel que le llevó a deshacerse de Del Bosque, pero en aquel momento al menos desveló su intención de buscar un perfil «moderno». Para ello, recurrió a Carlos Queiroz y su proyecto sorprendentemente duró lo que duró la herencia de Del Bosque. Pero los periodistas insistieron ayer en conocer más detalles sobre los motivos del adiós de Ancelotti. «No voy a entrar, porque no es oportuno. Prefiero dedicar el tiempo en resolver otros temas», se revolvió el máximo mandatario del equipo de Chamartín, como si le incomodase la única pregunta que de antemano y conforme al sentido común parecía seguro que debía responder.

Una relación blanda

Que Ancelotti estaba sentenciado lo manejaba cualquier aficionado al fútbol. El club se había encargado de filtrar que sus métodos eran anticuados, que, por este motivo, la plantilla había tenido tantas lesiones. Se apoyaba en un informe del doctor Jesús Olmo, cuyo criterio goza de plena confianza para Florentino. De hecho, le llegaron a proponer a Ancelotti que continuase él y que mandase a los suyos para casa. Les dijo que no.

Pero había algo que todavía chirriaba más al presidente sobre Ancelotti. Y era su relación con los futbolistas. En la Castellana se entiende que entre un jefe y sus subordinados debe haber tiranteces. La mala baba, el ambiente enrarecido, significan que todos se están exprimiendo hasta el límite. Trabajar con cordialidad está francamente mal visto. Por eso, en la zona noble del Bernabéu se mostraban entusiasmados con Mou. A fin de cuentas, él era capaz de poner firme desde Cristiano hasta Casillas. No le temblaba el pulso cuando miraba el carné de identidad. Pero para Florentino, Ancelotti, como Del Bosque, se empezó a parecer más a un padre que a la persona indicada para liderar a su constelación de estrellas hacia la gloria.

¿Le puso en un aprieto que los jugadores respaldasen públicamente a Ancelotti en los últimos días? «No. Ellos tienen una relación de amistad y cariño que es totalmente lógica. Me parece un gesto de afecto y cariño de quienes han trabajado juntos durante dos años», contestó el presidente, obviando que, por ejemplo, Mourinho dejó pocos amigos en su despedida tras tres años. «Tenemos un gran equipo y, con talento y trabajo, estoy seguro de que dará satisfacciones y alegrías a nuestros socios», añadió Florentino. «Me quedo con el recuerdo de dos años fantásticos. Gracias al club, a esta afición y a mis jugadores. Hala Madrid y nada más», se despidió un caballero.