A la emigración le falta literatura

Rodri García A CORUÑA / LA VOZ

CULTURA

SANDRA ALONSO

Desde Marruecos a Cataluña, Najat el Hachmi novela sus propias vivencias

29 oct 2015 . Actualizado a las 15:26 h.

En su aldea no había luz ni agua corriente. Las mujeres manejaban una lengua solo oral, el tamazight, «que no se escribía» y en la que por las noches contaban historias a los más pequeños. «Eran cuentos larguísimos; mi madre los iba fragmentando en varios días y yo esperaba la noche para poder escuchar la continuación. No estábamos expuestos a ningún tipo de imágenes, las creábamos solo a base de la palabra». Son recuerdos de aquella aldea cercana a Nador (Marruecos) en la que nació Najat el Hachmi en 1979. Allí vivió hasta los ocho años. Luego siguió los pasos de su padre que había emigrado a Cataluña, donde ella formó después su familia. Ahora es licenciada en filología árabe por la Universidad de Barcelona y una escritora reconocida, ganadora de importantes premios literarios como el Ramón Llull.

Esta noche, a las 20.30 horas, participará en el ciclo Libros en directo, que se celebra en el centro cultural Ágora, de A Coruña. La autora conversará con el escritor Pedro Ramos sobre su última novela, La hija extranjera (Destino), en la que vuelca buena parte de sus vivencias como emigrante: «El título va en relación a ese momento en el que los emigrantes se dan cuenta de que los hijos se convierten en extranjeros para los padres». Najat sostiene que los cuentos que escuchó en su infancia -«también se contaban los sueños y luego se buscaba la interpretación; era algo a lo que se le daba mucha importancia», evoca- influyeron en su interés «primero por la lectura y luego por la escritura».

De todos modos, la autora de libros como Yo también soy catalana, considera que la realidad de la emigración, «de la gente que viene de fuera y que es un elemento fundamental en la población catalana, está infrarrepresentada en la literatura». En su caso, la literatura le permitió «acceder a la intimidad de personas que están viviendo a nuestro alrededor, saber lo que piensan, lo que sienten... Y te das cuenta de que hay más cosas en común de las que se cree». Por ello considera que el hecho de escribir «te permite abrir ventanas a mundos diferentes, aunque quizá no se tiene muy presente esa utilidad de la literatura».

Eso le ha servido a ella para representar la emigración desde el punto de vista de la hija que nace en el lugar al que han emigrado sus padres. Y ya anda en la siguiente novela, en la que utilizará la óptica de la madre: «No sabemos lo que ha sido la vida de estas mujeres emigrantes, ni siquiera las hijas que estuvimos tan cerca; no sabemos lo que hicieron, hay que reconocerlo, contarlo, darles el lugar que les corresponde...».