Sir Neville Marriner: «Sin música la calidad de vida de las personas sería mucho peor»

CÉSAR WONENBURGER A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

CESAR QUIAN

El responsable musical de la banda sonora de «Amadeus» dirige la Sinfónica

05 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

A su espléndidos 90 años, sir Neville Marriner dirigirá por primera vez la Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG) este fin de semana. Mañana y pasado en el coruñés palacio de la Ópera (a las 20.30 horas), el legendario titular de la Academy of Saint Martin in the Fields impartirá su magisterio en Mozart (Concierto n.º 24 para piano), Vaughan Williams (Segunda Sinfonía, ?London?) y Elgar (Introducción y allegro, op. 47).

-¿Cómo hace para mantenerse en tan excelente forma?

-Creo que mi único mérito es haber elegido bien a mis padres [risas], ambos vivieron hasta los 90 años. De vez en cuando aún juego al tenis. En mi casa, en Londres, tengo una pista, pero ahora solo juego con las chicas. Me lo ponen más fácil. Después creo que el secreto es el trabajo, tener un proyecto de vida. Si te paras, el cerebro lo hará también.

-Su compatriota Charles Burney, en el prólogo de su libro «Viaje musical por Francia e Italia en el siglo XVIII», decía ya: «La música alivia los pesares y apacigua el dolor, y resulta un bien tan grande para la humanidad que nos aleja del mal y con su bálsamo restaña las heridas más hondas...».

-Bueno, los políticos piensan que si recortan en cultura no pasada nada, porque nadie muere, pero es un grave error. Sin música, la calidad de vida de las personas es mucho peor. En tiempos de guerra, o en países que atraviesan dificultades importantes, donde la gente sufre, la música es capaz de aportar siempre esperanza y alivio, de lograr unirla incluso.

-Dirige en A Coruña música de Mozart, pero sobre todo de Elgar y Vaughan Williams. ¿Supone un deber para usted dar a conocer a compositores de su país?

-Es lo que me han pedido. La semana pasada dirigí a la Orquesta Nacional y querían música inglesa, y ahora aquí ha sucedido lo mismo con la OSG. Creo que Elgar y Vaughan Williams no son tan conocidos, al menos fuera de Inglaterra, y en ocasiones la gente solo quiere escuchar aquello que no le plantea demasiados retos intelectuales. Pero a mí me encanta sorprender a las orquestas extranjeras con esta música, que es muy difícil a veces de tocar como se debe, al modo británico. Aquí los músicos de la OSG la han comprendido muy bien.

-¿Cómo ha cambiado el circuito de la música desde que usted empezó a dirigir orquestas?

-El nivel técnico de las orquestas no era tan bueno como ahora. Cuando Toscanini vino por primera vez a Inglaterra en 1930 dijo cosas horribles de las nuestras. Ahora se toca mucho mejor, pero también es más difícil impresionar a un auditorio porque siempre se espera lo más elevado. La gente conoce el repertorio a través de las grabaciones de las mejores orquestas y quiere escuchar solo eso.

-Existe un sonido mozartiano asociado a usted y a su orquesta, la Academy of Saint Martin in the Fields. ¿Cómo se forjó?

-Cuando empezamos a interpretar a Mozart con la Academy of Saint Martin in the Fields tuvimos mucha suerte. Durante los primeros dos años tocamos simplemente por placer, y decidimos cuál sería el sonido ideal para nuestro Mozart: sobre todo, limpio y transparente. Luego a las compañías de discos les interesó y por eso empezamos a grabarlo. Después vendría el gran éxito de la película Amadeus, cuya música grabamos nosotros, y pudimos llegar a una audiencia nueva, distinta y muy amplia.

-Y a usted, ¿qué le pareció «Amadeus»?

-Peter Shaffer [autor de la obra original y del guion del filme de Milos Forman] nunca pretendió hacer un documental, nadie sabe cómo murió Mozart realmente; pero la historia era buena, a mí me gustó. Y nos dejaron grabar la música tal como queríamos, no al modo de los grandes estudios. Aun así tuvimos algunas críticas severas de ilustres mozartianos, pero no me siento avergonzado. Aquello sirvió para que mucha gente escuchara a Mozart por primera vez y a nosotros nos conocieran en todo el mundo.

-Viéndole, parece claro que usted va a dirigir más allá de los 100 años. ¿Cómo cree que cambiarán los conciertos en el futuro?

-Hay que seguir convenciendo a los nuevos públicos, y eso solo se puede lograr a través del sistema educativo. La música clásica solo va a interesarle al 10% de los niños, el resto querrá escuchar pop, que es más fácil, pero incluso para llegar a ese grupo es necesario invertir en una buena educación, como se sigue haciendo en Alemania aún hoy. En ese país puede que se hayan fusionado un par de orquestas de una región pequeña para ahorrar, pero en conjunto el gasto sigue siendo el mismo, no hay menos música. En Inglaterra, como en España, es un desastre, para ahorrar unas libras se elimina el profesor de música.