El sonido del Playa que saltó a la playa

Javier Becerra
Javier Becerra CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

16 jun 2017 . Actualizado a las 11:27 h.

Tuvo lugar en noviembre de 1992. Surfin’ Bichos presentaban su disco Hermanos carnales en el Playa Club. Era el submundo del rock nacional. Unas 200 personas acudieron, cómplices de la oscura violencia de la banda de Albacete. El concierto resultó crudo, real y caótico. Una fotografía perfecta de las grandezas y miserias de esa música alternativa ajena a la cultura oficial. Casi en paralelo, Radio 3 emitía en directo el concierto de Jesus and Mary Chain en Madrid. Acaban de sacar Honey’s Dead y se les veía como reverso indie del Zoo Tv de U2. Desde una ciudad como A Coruña, algunos oídos que buscaban otro rock imaginaban salivando cómo debería ser algo así en vivo.

Jesus and Mary Chain, en una imagen de sus primeros tiempos
Jesus and Mary Chain, en una imagen de sus primeros tiempos .

Ha pasado un cuarto de siglo de aquello. Y todo ha cambiado mucho. Tanto que esta misma semana el propio alcalde era quien se ponía al frente de la rueda de prensa del Noroeste. Anunciaba que Jesus and Mary Chain actuarían en la playa de Riazor ante miles de personas. Justo en el escenario en el que en los primeros noventa tocaban artistas como El Norte, Hombres G o Manolo Tena. Los acompañarán los Surfin’ Bichos. El cartel gordo por ahora lo completan Kaiser Chiefs, una de esas bandas que se pasea por el Festival de Benicasim. Para los que vivieron su adolescencia entre las páginas del Ruta 66 y el Rockdelux leyendo sobre aquellos nombres la cosa tiene un poco de shock y un poco de irrealidad. ¿Esto está pasando realmente en A Coruña?

Pues sí ocurre. Está ocurriendo. Cantaba Loquillo en su célebre tema En las calles Madrid «cuando los gamberros tienen acceso al poder», simbolizando lo que fue la simbiosis de la Movida y el PSOE en la capital. En A Coruña, tras los resultados electorales del 2015, se decía en el entorno de la Marea Atlántica: «Los fans de Eskorbuto hemos entrado en María Pita». Pero lo cierto es que aquí lo que se ha colado es el indie, convertido, en cierto modo, en la misma cultura oficial que en su día fue la Movida, cuando se promovía directamente por la Administración.

Donde antes había alcaldes haciéndole recepciones a Luz Casal, ahora hay regidores colándose en el camerino de Los Planetas. Donde antes había dinosaurios como Nacha Pop apelando a un pasado ideal, ahora los hay del indie haciendo, vaya, lo mismo. Todo ante el deleite de esa gente de 40 y tantos enamorada de la propuesta y reviviendo su juventud. Pero también ante el desconcierto de una gran parte de la ciudadanía. Empiezo a leer opiniones críticas, diciendo cosas como que la gente joven aquí no cuenta. Otros advierten que no conocen ni un nombre del festival. Y se sienten excluidos. Igual que ocurría con los que iban a ver a Surfin’ Bichos al Playa, cuando no podían siquiera sospechar que 25 años después tocarían en la playa. La vida que da muchas vueltas. A veces, verdaderas piruetas como esta.