El fiscal, que sostiene que le dio un cóctel mortal, pide para él 20 años
08 sep 2015 . Actualizado a las 17:30 h.El jurado popular no pudo escuchar a Ricardo Álvarez Baldrich porque se negó a declarar. Habló por él su abogado, que explicó los motivos que llevaron a este hombre de 64 años a proporcionarle un cóctel mortal a su madre Nélida y luego a intentar quitarse la vida de varios navajazos. Ocurrió el 12 de mayo del año pasado en un piso de Vilarrodís (Arteixo). Y pese a que el fiscal está convencido de que el procesado asesinó a la mujer y luego intentó simular su suicidio, por lo que pide que sea condenado a 20 años de prisión, el letrado de la defensa, ejercida por Jorge López Abad, repasó los últimos años de este hombre para que el jurado tomase nota de las penurias y sufrimientos que padeció junto a su madre y que llevaron a ambos a «pactar» su propio suicidio.
Ricardo Álvarez estaba en paro. Con su madre inválida a su cargo. No tenían más familia a la que acudir. Sus penurias económicas, con deudas y embargos, a días de que los echaran de la casa, empujaron a ambos a tomar la dura decisión de quitarse la vida.
Le preparó a su madre un cóctel mortal. En un vaso mezcló helado, whisky, 12 cápsulas de bromazepán y algunas de tramadol. Y se lo dio a beber a la mujer de 88 años. No tardó en fallecer. Inmediatamente después, el hombre se sentó frente al ordenador y comenzó a escribir un correo electrónico a la Guardia Civil. Decía así: «cuando reciban este correo, mi madre y yo estaremos muertos. He programado el envío de este con fecha post datada. La dirección del piso está en la avenida del alcalde Platas Varela de Vilarrodís. Para que no tengan que romper la puerta, les dejo una copia de la llave en el buzón. No tenemos familiares».
El trágico mensaje llegó al cuartel de la Guardia Civil de Arteixo y nada más leerlo, los agentes corrieron hacia el piso. Primero llamaron al telefonillo y Ricardo no les abrió. Solo les contestó: «ya, ya, ya. Un segundo», según declararon ayer los agentes. Finalmente, accedieron al piso. Y se encontraron con el hombre completamente ensangrentado en el suelo de la cocina. «Había mucha sangre y el hombre estaba muy mal».
«Son víctimas de la crisis y la desesperación», sostiene la defensa
Ricardo Álvarez, según explicó su abogado a los miembros del jurado popular, huyó del corralito argentino con lo único que había podido salvar, un total de 900 euros. Llegó a España y encontró trabajo como transportista. Y decidió traer a su madre, ya muy mayor. Pero la crisis estalló en España y la empresa para la que trabajaba tuvo que prescindir de sus servicios. Así que el hombre optó por ponerse por libre. Una amiga le prestó dinero para comprar un furgón y fue tirando con pequeñas chapuzas hasta que comenzaron las deudas. Eso lo obligó a vender el vehículo. Y el único ingreso que tenían eran los 200 euros de la pensión argentina de la madre. No tenían casi ni para comer y ya debían 8 meses de alquiler del piso de Vilarrodís. Los iban a echar y encima en aquellas fechas le cayó un embargo. Desesperados ambos, decidieron que se iban a quitar la vida. Ella tomaría pastillas y luego él se apuñalaría. Hicieron todo eso, pero la Guardia Civil, según la defensa, llegó a tiempo para salvarlo.