César de Centi: «Soy alérgico al marisco por culpa de un percebe»

La Voz

A CORUÑA

CESAR QUIAN

06 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Anda, de Luis Eduardo Aute, y Papá, cuéntame otra vez, de Ismael Serrano fueron las primeras canciones que interpretó en público. «En el salón de actos de los Franciscanos. Recuerdo que estaba muy nervioso», rememora. También se le nota algo tenso en nuestra charla, y hasta tira parte del descafeinado. Explica el motivo. «Es que hoy en día es importante medir la imagen que quieres dar y lo que dices», asegura. Te doy una canción, de Silvio Rodríguez, es el tema que más veces ha interpretado. «En mi casa siempre se escuchó mucha música de autor. Mi madre trabajó en Bambuco y siempre dice que canto canciones que ella oía allí», apunta César Suárez de Centi Mourín, César de Centi para todos. «El apellido tiene origen italiano, seguro. Todos los que conozco son familiares más o menos cercanos», explica este coruñés de los Castros que estudió en la Compañía de María y en Zalaeta. «Quería hacer Políticas, pero finalmente me decanté por Sociología, me pareció una buena opción. Hice unas prácticas en la Asociación de la Prensa y diseñamos una encuesta sobre los problemas del periodismo, pero no llevamos a cabo el estudio de campo», relata. Tiene 36 años, pareja, y, no descarta tener hijos en el futuro. «Por el momento no me lo puedo plantear. Tengo sobrinos», precisa mientras da un sorbo al nuevo café que le sirvieron tras derramar el primero.

La sombra de Ismael Serrano

Eligió una canción de este autor para su debut y su sombra le persigue. «Me dicen muchas veces que me parezco a él. Es un referente para mí porque es un tío normal que defiende con mucho oficio sus canciones. Pero quede claro que no lo imito. Además, poco a poco el parecido con él es menor», argumenta. Cuando tenía 16 o 17 años su hermana, que ya tocaba la guitarra, le enseñó un par de trucos. «La música es una vocación tardía. Me gustan Pedro Guerra, Paco Ibáñez, pero también el pop de Secretos, Revolver, Bob Dylan, que mi padre me ponía en casetes, Bruce Springsteen o el folclore latinoamericano de Atahualpa Yupanqui, por ejemplo», destaca César, que ha protagonizado más de quinientos recitales en distintos lugares en los últimos años. No hay garito que no haya recibido su visita. En cambio, apenas tiene dos discos. «Trabajo mucho pero publico poco. Soy perfeccionista y me cuesta estar seguro al cien por cien de un tema». Vive la música como un trabajo y, de hecho, da clases de guitarra a pequeños. «Los niños tienen una capacidad enorme para adquirir conocimientos. Me gusta estar con ellos», admite.

De despiste en despiste

Charlamos el día después de una actuación suya en el Ágora. «Me olvidé el cargador en el camerino. Soy muy despistado. Fíjate, cuando vino Silvio Rodríguez conseguí una cita con él al finalizar el concierto. Le pedí que grabase un mensaje para el grupo de músicos Viernes de Cantautar, que ahora ya no existe. Aceptó y, cuando me puse a grabar el vídeo, el móvil me indicó que había agotado la capacidad. No la grabó, pero recuerdo la frase que pronunció: «Solo les puedo decir una cosa, que hagan buenas canciones», recuerda. Asegura que antes de un concierto solo se puede tomar, como mucho, una cerveza, para no distraerse. Es pasional, insistente, amigo de sus amigos, trabajador. «No soporto las opiniones fáciles que le gente vierte por Internet», apunta. Así es César de Centi, la única persona que he conocido en mi vida que elige como plato favorito las coles de Bruselas. «Es que soy alérgico al marisco por culpa de un percebe. No puedo tomar crustáceos, pero si bivalvos. Me gustan las almejas en salsa verde», confiesa. Salimos y, tras andar unos metros, se echa las manos a la cabeza y regresa corriendo a la cafetería. «Me olvidé el periódico», dice el olvidadizo cantautor.