El fiscal pide para ella y para el autor material una pena de 5 años de cárcel
03 nov 2014 . Actualizado a las 09:14 h.La inductora y el autor material del crimen de la Cubela volverán a sentarse juntos en el banquillo. Esta vez, por tráfico de droga. Condenada la primera a 18 años de cárcel y el segundo a 15 por dar muerte a un joven de un navajazo en el corazón en enero del 2012, esta semana serán juzgados de nuevo en la Audiencia Provincial por un supuesto delito contra la salud pública por el que el fiscal pide para ambos una pena de 5 años de prisión.
Milena Carolina Bedoya, que así se llama la autora intelectual de aquel crimen, urdió el asesinato al enterarse de que la víctima mantenía relaciones con ella y a la vez con su hija, que entonces tenía 15 años. Para asesinarlo, reclutó a su ex esposo y al novio de su hija, Álvaro Stiven, que lo convenció para que hiciera tal cosa, según se pudo saber durante el juicio, a cambio de perdonarle una deuda que mantenía con ella por droga. Según el sumario, Milena Carolina le había dado 15 gramos de cocaína a Álvaro Stiven Carvajal para que la vendiera en una fiesta de fin de año en Ordes. Pero como el chico la consumió toda con sus amigos sin llegar a vender un gramo, quedó a deberle el dinero. ¿Cómo pagarlo? Pues matando al hombre que se acostaba con ella y a la vez con su hija. Es lo que sostiene el fiscal y lo que aparece en la sentencia del crimen de la Cubela.
La hija de Milena Carolina también fue juzgada, pero en el Juzgado de menores, pues tenía 15 años cuando se cometió el crimen. Al igual que su madre, fue condenada por inductora, a tres años de internamiento, pues el juez vio probado que madre e hija fueron las autoras intelectuales del crimen.
Esa menor se autoinculpó durante el juicio contra su madre y contra los autores materiales al que acudió únicamente como testigo. Una estrategia, que según el juez, se basaba en asumir el crimen para liberar a su madre, pues al ser menor no podrían enviarla a la cárcel. En el juicio, dijo que ella no quería matarlo, sino darle un escarmiento, «pues no merecía otra cosa que sufrir, pues mantenía relaciones conmigo, mi madre y muchas otras».