Como era de esperar, el corte de Alférez Provisional se convirtió en un viacrucis para los miles de conductores que pasaban a diario por la zona. Pretender eliminar el tráfico por allí y que no pasara nada es, directamente, absurdo. La decisión está tomada y el drama para los conductores, servido, pero lo peor está todavía por llegar, cuando el túnel de María Pita pase también a mejor vida a la espera de su resurrección para la próxima Semana Santa.
Mientras tanto a los conductores les toca hacer penitencia y hacer acopio de música y paciencia para hacer llevadero el inevitable atasco. Al drama que se intuye se le suma el que también aflorará cuando la Ciudad Vieja, en vez de un espacio peatonalizado, vuelva a estar surcada por los coches que transitan en dirección a la Maestranza y que prefieren evitar circunvalar por fuera.
El atajo del túnel, descubierto hace tres décadas y desde entonces convertido en uno de los puntos más transitados de la ciudad, renacerá dentro de casi un año más hermoso y mejor iluminado. Eso sí, hasta entonces quien pueda, que evite acercarse por allí.
Lo peor, con todo, se notará sobre todo en las primeras semanas, porque los conductores coruñeses, que saben mucho de resignación, acabarán entregándose a ella y acostumbrándose a malvivir atascados en sus coches. Mientras, el que tenga humor, podrá disfrutar de las vistas de las galerías de la Marina a través de la ventanilla de su vehículo, otra cosa que durará lo mismo que la obra y que después desaparecerá para siempre con el tráfico enterrado.
Hasta entonces Alférez Provisional queda más provisional que nunca. Hay accesos a los edificios del puerto, Diputación y Correos, pero solo de servicio. Se puede ir por Paseo de Coches en dirección salida y doblar todavía, este mes, por la Autoridad Portuaria hacia el túnel. Después tocará esperar en punto muerto.