La hostelería conquista el centro

Javier Becerra
JAVIER BECERRA A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Desde enero del año pasado han abierto alrededor de medio centenar de nuevos locales

16 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Cada paseo por el centro de la ciudad supone encontrarse con alguna apertura de un nuevo local de hostelería. Se trata de una de las paradojas de la crisis económica: el paro continúa en números de alarma, los ERES son el pan nuestro de cada día y, sin embargo, proliferan los nuevos establecimientos dirigidos a dar de comer y beber. En el Ensanche coruñés y la Pescadería se han registrado alrededor de medio centenar de aperturas de este tipo de negocios desde enero del 2012. Y, teniendo en cuenta el ritmo del último mes y los bajos en los que se avistan obras, parece que la tendencia seguirá firme al menos hasta final de año. Sin ir más lejos, en Emilia Pardo Bazán el grupo Wogaboo ya anuncia una próxima apertura.

La escena, comparada con lo que ocurría allá por el 2000, cuando las multinacionales del textil habían disparado los alquileres de los bajos, resulta insólita. Ver, por ejemplo, florecer una nueva oleada de bares en la plaza de Vigo puede sorprender a más de uno. El ritmo de aperturas que se experimenta en los Olmos o la Franja, también. ¿Qué ha ocurrido aquí? Pues la suma de dos factores: bajada de los precios de las rentas y aumento del paro.

El presidente de la Asociación de Hostelería de A Coruña, Héctor Cañete, da fe de ello. «El que los dueños de los negocios se hayan ajustado a la nueva realidad ha propiciado que muchos nuevos parados se hayan lanzado a materializar la idea que tenían en la cabeza. Si lo hacen en el centro de la ciudad es porque ahora resulta mucho más económico», resume. «La hostelería siempre ha sido un sector refugio. Desde hace un par de años cada vez es más la gente que vemos que capitaliza el paro y pide asesoramiento para abrir un local. De ahí que surjan tantos negocios con ideas nuevas. Todos llevamos un hostelero dentro y ahora han salido todos a la luz», dice Cañete.

De todos modos, ese pico del censo hostelero reciente en el centro no solo se nutre de exparados. También existen locales que antes funcionaban en los barrios que, vistas las nuevas facilidades, han decidido trasladarse a una localización con mayor visibilidad y tránsito de personas. Es el caso del Barlovento, que otrora funcionaba en el barrio de Monte Alto y que abrió este año en Federico Tapia con un local que triplica en metros al anterior. Otros se lanzan a un segundo establecimiento como, por ejemplo, el Mamá Chicó u O Secreto, que al final del verano inauguraban secuelas en Picavia y en la plaza de María Pita.

Pero lo que predomina, por encima de todo, son los establecimientos primerizos que, tras una reforma, se asientan en bajos en los que anteriormente existía algún negocio previo. Existen también casos de obra nueva, pero son los menos. Una gran mayoría de ellos surgen con una mentalidad adaptada al escenario actual de recortes en sueldos y listas del Inem en máximos. Así, se pueden encontrar con facilidad menús en pleno centro de la ciudad por debajo de los diez euros.

También es frecuente que se obsequie al cliente con algún tipo de pincho en las consumiciones. Frente a la apertura de restaurantes de otras épocas, ahora manda la formula del picoteo informal, muchas veces de pie. Son los nuevos tiempos, que han obligado a un reajuste en la oferta. Los que propician que uno vaya a un local de la calle de la Estrella y allí pueda tomarse una caña, le regalen un cuenco de callos, una croqueta y un pincho de queso, y le cobren por todo: 1,70 euros. Sí, sí en pleno centro de la ciudad.