La inmigración según Kaurismäki

Sabela Pillado

CULTURA

«El otro lado de la esperanza» es la segunda parte de una trilogía que el finlandés inició con la sobresaliente «Le Havre»

24 abr 2017 . Actualizado a las 08:01 h.

En Aki Kaurismäki se hace difícil discernir entre persona y personaje, o quizás es que ambos han entrado en una simbiosis tan perfecta que la persona ha mutado en una versión amplificada de sí misma, o, por el contrario, puede que sean los medios los que amplifican a la verdadera persona, ya que sin duda su esencia nunca ha cambiado. Sea como sea, la verdad última e indiscutible es que nos hallamos, como siempre, ante un cineasta para quitarse el sombrero.

No es su cine gusto de todos los paladares, aunque sí está dotado de un público fiel que abarca mucho más mercado que el de los festivales o circuitos alternativos, al tiempo que va engrosando sus filas con nuevos adeptos entre aquellos que deciden dar una oportunidad a un cine de países tan lejanos como Finlandia. El otro lado de la esperanza es, o eso dice, la segunda parte de una trilogía sobre la inmigración, con base en los puertos finlandeses, iniciada con la sobresaliente Le Havre (2011). Ahora, el inmigrante es un sirio que llega casi por azar a Helsinki, y cuyo camino se cruza con un hombre mayor, solitario, que ha decidido cambiar radicalmente de vida haciéndose con uno de esos restaurantes tan típicamente kaurismakianos.

El universo personal y casi mítico de este director está poblado de tragicómicos seres, inexpresivos y silenciosos a la par que sensibles y solidarios, con un modo simple -que no simplista- de enfrentarse a las decisiones tanto nimias como trascendentales de la vida. Mucha música y colores saturados completan el conjunto de un filme donde el drama se aborda desde un poso cómico que no deja de ser un canto de celebración a la vida, y un toque de atención ante una situación muy real. Como dice el propio Kaurismäki: «Quiero cambiar el mundo, pero como no tengo dinero me conformo con cambiar Europa de momento». Toque de atención y, por qué no, una llamada a la acción ante una realidad que nos golpea día a día.