Las nadie

Patricia Blanco
Patricia Blanco EN PEQUENO

CARBALLO

PEPA LOSADA

04 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Quién entiende la muerte? Ni las explicaciones físicas, ni las médicas, ni siquiera las espirituales o también las filosóficas, considerándola como una parte de la vida, impiden que de vez en cuando nos asalte esa cuestión. ¿Qué sentido tiene todo esto si uno va a acabar metido en algo parecido a un cajón? Lo tiene, debería tenerlo, empezando por vivir. Generar lazos, emocionarse, sentir, dejar un poso en los tuyos, percibirse inmortal cuando uno pisa charcos y no se moja, que alguien recuerde tu humor extraño, tus manías, o esos abrazos en los que en realidad era a ti a quien te salvabas. El verdadero legado.

¿Qué tiene que tener una vida para ser importante? ¿Cómo es posible en unas solas líneas, o en solo unos segundos, dar carpetazo a toda una existencia? A los miedos de niño, a las ilusiones de juventud, a las renuncias en favor de los demás, a los sueños que no se dejaron ser, al temor a irse y que no quede nada... Cada minuto, aprovechado o desaprovechado, marca una vida que, al apagarse, en muchos casos impacta solo, y a veces ni eso, en el entorno más cercano.

¿Cómo es posible que el mundo no se pare (también) un poco cuando esa mujer anónima dice adiós después de sostener tantas batallas? No ganó premios, no sumó títulos, no hizo «nada relevante». Tan solo madrugaba más que nadie en casa para preparar el café, alistar desayunos, mochilas, ropa, hacer comida o calentar un hogar, que será en realidad la única calor que acompañará —o que le faltará— toda su vida a un ser humano. Era, sin ser vista, la que permitía que los suyos sí fuesen importantes. Un destello entre silencios. Pero merecen, y sobre todo ellas, las nadie, nuestras letras y nuestras lágrimas.