Ellos son voluntarios de Austria; la asociación promotora, de Lugo, y el trabajo lo desarrollan en Muxía. Todo ello, dentro del proyecto europeo Rückenwind: Employability tuning. Una salsa compleja, con una finalidad elogiable.
En síntesis, se trata de un proyecto de voluntariado dentro del Erasmus +, y más en concreto, en una de sus acciones, la de «movilidad de las personas por motivos de aprendizaje». Ahí entra la asociación Educere de Lugo, de acogida, que se ha embarcado en esta línea de trabajo en colaboración con la entidad AK Tirol, de Austria, con la que ya habían trabajado en otras ocasiones. Dos de los extremos, por tanto, ya están conectados. El tercero, el de Muxía, se debe a que los austríacos le preguntaron a los lucenses por un pueblo pequeño y con mar, y además parecido a Cawsand, en la costa inglesa, donde ya habían estado. Y Muxía les pareció idóneo, porque además permite a los participantes aprender cómo es la vida costera: la pesca, los barcos, la lonja... Además, en Muxía ya había tradición de acogida de voluntarios. Todo encajaba. Dicho y hecho, en agosto comenzaba el trabajo. Consiste en que, cada mes, llegan de Austria cinco jóvenes de entre 18 y 30 años. Aprenden español y se integran y trabajan a favor de la comunidad. Lo hacen, por ejemplo, cultivando huertos abandonados cerca de la Barca cedidos por sus dueños. Ya han tenido las primeras cosechas de nabizas, y también tienen lechugas y repollos. Todos los alimentos los donan a Cáritas de Muxía. La encargada de dirigirlo todo es Eva Carricoba, la presidenta de Educere. Los próximos que lleguen ayudarán al Concello de Muxía, por ejemplo limpiando maleza. Hay trabajo en equipo y motivación. Y un certificado final para estos jóvenes, denominado Youthpass, que será muy útil en el futuro para acceder a un empleo. Un círculo que se cierra y en el que, por lo que se ve, todos ganan. También Muxía.