La semilla del eucalipto resistió al fuego y se multiplicó con el viento

S. f. carnota / corresponsal

CARBALLO

13 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El eucalipto llegó a los montes de Carnota a principios del siglo XIX, no se conocen plantaciones anteriores de esta especie. En la zona concreta del monte Pindo el origen de su presencia es similar, aunque en los lugares de San Cibrán y Cornido se aprecian ejemplares más antiguos. La facilidad de su reproducción y el hecho de que, incluso, el entonces denominado Patrimonio Forestal del Estado efectuase algunas plantaciones, a mediados de los años 70 del siglo pasado, sobre todo en los espacios húmedos del Olimpo Celta, hizo que la especie se extendiera por todo el macizo. Las semillas del eucalipto, resistentes, igual que sus raíces, a la acción del fuego, se propagan con gran facilidad favorecidas por el viento.

Aquí hay que recordar que en el caso de arder uno de estos árboles las semillas salen disparadas por el efecto provocado por el calor y sembrando el perímetro de cada ejemplar. Esta circunstancia hace que en torno a un tronco surjan multitud de nuevos brotes. Además, su perfecta adaptación a terrenos húmedos convierte esta especie en dominante sobre las tradicionales, e incluso es frecuente que haga desaparecer las variedades autóctonas hasta convertirse en una auténtica plaga.

Pero no todo resulta negativo cuando se habla de este árbol natural de Australia, ya que también tiene ventajas. Aun así, son muchos los detractores del eucalipto, que, principalmente, subrayan su facilidad para reproducirse de forma masiva y sin control ganando terreno y arrasando con la naturaleza autóctona.

La necesidad del aclareo

En las zonas afectadas por incendios forestales se hace obligatorio el aclareo, además de delimitar su presencia. De no hacerlo, su desarrollo es nocivo en muy poco tiempo para todo lo que se encuentre alrededor.

En O Pindo se aprecian multitud de brotes de eucaliptos, en su mayoría descontrolados, en las márgenes del río Valdebois, en San Cibrán y Cornido, aunque su presencia también es mucho mayor que antes del incendio en otros lugares del macizo.

Hay que decir que en la mayoría de los casos de estos árboles se dan en fincas privadas, aunque en los montes públicos también brotan incontables ejemplares. Aun así, los propietarios de parcelas no rechazan su presencia por la rapidez de su crecimiento y, en consecuencia, beneficio comercial. Mientras, directivos de las comunidades de montes de Caldebarcos y San Mamede desaconsejan realizar plantaciones de esta variedad en sus montes.