Un cazador de Muros descubre un petroglifo en el monte O Areal

Xosé Ameixeiras
X. Ameixeiras CARBALLO / LA VOZ

BARBANZA

Juanma Abelleira Ronquete

Los paneles están sin catalogar en un paraje tomado por la maleza

23 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Los montes de Muros son un verdadero museo de arte rupestre. Entre árboles y vegetación se esconden más de una quincena de estaciones de petroglifos, lo que lo convierten en uno de los municipios más ricos de Galicia en esta modalidad. El pasado fin de semana, un colectivo de estudiosos de este fenómeno prehistórico localizó dos estaciones más que habían sido descubiertas recientemente por un cazador. Se encuentran en el monte O Areal, cerca de la aldea de Taxes y están sin catalogar. Las figuras están en tres paneles distintos próximos entre sí.

Un colectivo de estudiosos de la prehistoria, A Rula, estaban el domingo en la Laxe das Rodas cuando, de pronto, apareció Domingo Rama Martínez, un carpintero muradán aficionado a la fotografía y a los petroglifos, y comunicó a los presentes que él sabía de uno más del que nadie tenía noticia. El grupo se dirigió entonces hacia el monte O Areal. Y allí estaban los grabados que encontró Antonio Suárez, más conocido como Toñito de Maruja. Se trata, según el historiador y archivero Pablo Sanmartín, de dos estaciones de gran importancia dentro del arte rupestre gallego.

Fase inicial del rupestre galaico

Los dos paneles más amplios tienen una serie de cazoletas principales comunicadas con otras secundarias por medio de segmentos y combinaciones de círculos. Uno es más amplio, está en la base y posee mayor cantidad de decoración. El segundo está en una posición más alta. Este es más reducido y algunas de sus figuras están más difusas. No obstante destaca uno de los círculos por su contundencia y ubicación. Podría tratarse de ejemplares correspondientes a la fase inicial del arte rupestre galaico, entorno a los años 2800 y 2500 antes de Cristo. Un poco más alejada, unos cinco o seis metros, hay otra estación en la que se ven dos combinaciones concéntricas unidas por radios.

En la roca también hay una inscripción que podría ser del siglo XVIII y que tal vez tuviese como propósito fijar el límite jurisdiccional relativo al término de Muros, que es lo que parece indicar.