La belleza que Vilagarcía dejó escapar

María Santalla VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

CEDIDA

Prosperidad fue el barrio más selecto y el que hoy permite vislumbrar lo que la ciudad pudo ser

22 sep 2013 . Actualizado a las 06:46 h.

Eran los arrabales de Vilagarcía y en pocos años se convirtió en el símbolo de lo que toda Vilagarcía querría ser. Su propio nombre lo indica: el barrio de la Prosperidad albergó las mansiones de las familias más pudientes de la ciudad y se convirtió en un auténtico bulevar al amparo de la carretera Carril-Chapa y de la estación de ferrocarril, emplazada entonces en terrenos carrilexos, a medio camino entre Carril y Vilagarcía.

Pero esto no ocurrió hasta que el siglo XIX se aproximaba a su final. Previamente, el casco urbano de la antigua Arealonga finalizaba en el que hoy se denomina popularmente cruce de O Ramal. Más allá de esa línea se extendía el que entonces se conocía como Barrio da Area, un paraje semidesierto en el que había unas pocas edificaciones y en el que desembocaban dos regatos, el de Pereira y el de Mulatas, de ahí que la zona se llamase también Entrerríos.

La cosa comenzaría a cambiar en los años sesenta de ese siglo a raíz de la construcción de la carretera que unía, y todavía lo hace, Chapa, en Silleda, y Carril. Un hecho que sumado a la puesta en marcha del primer ferrocarril de Galicia, en el año 1873, que tenía también la localidad carrileña como destino, propició el desarrollo urbano de la vía que une Carril y Vilagarcía, hoy calle Rosalía de Castro.

En torno a 1880, y en respuesta a una fuerte demanda, el Concello acordaba proceder a la venta, mediante subasta, de los terrenos sobrantes de la vía pública en esta zona. En efecto, la puja se celebró y los terrenos se adjudicaron, pero pronto aparecerían los problemas, pues no tardaron en salir a la palestra vecinos que reclamaban la propiedad de algunas de aquellas parcelas. La cuestión se resolvió, y con ello comenzó a configurarse un barrio que no tardó en llamarse de la Prosperidad. Fue precisamente en 1887 cuando este nombre se incorporó al callejero para saludar también el inminente fin de las obras del balneario de A Concha.

Entre los años 1890 y 1910, al tiempo que se gestaba la fusión de Carril, Vilaxoán y Vilagarcía, muchos de sus promotores iban construyendo en este entorno sus mansiones. El barrio crecía y crecía.

Muchos años después, algunas de esas fantásticas construcciones se perderían a manos de los intereses económicos, y quizás haya que agradecerle a la Ley de Costas que haya conseguido, a partir de 1988, frenar la demolición de lo que todavía quedaba en pie para sustituirlo por modernos edificios. Pero no era la primera vez que esto ocurría. En el momento en que el Barrio da Area comenzaba a dar paso a la Prosperidad, detrás de las fachadas imponentes de muchas casonas se escondían encarnizadas luchas por hacerse con los terrenos situados en dominio público. Llegó a plantearse incluso, en un testimonio recogido por Manuel Villaronga, la construcción de una fábrica para extraer yodo, una petición que propició, en 1903, una denuncia del Concello ante el Gobierno Civil: «Raya en lo escandaloso la historia de las concesiones hechas en la playa de Vilagarcía; el promotor de ese proyecto no se propone fabricación alguna... lo que se ve bien claro a lo que tira dicho señor es a apoderarse de ese terreno inmediato a su casa».

También la Comandancia de Marina había tomado cartas en el asunto y promovido el deslinde de la línea de costa desde el muelle de hierro hasta el límite de los términos de Vilagarcía y Carril. Esta delimitación propició el derribo del balneario La Concha de Arosa, pero no ocurrió lo mismo con las restantes concesiones del barrio.