El histórico día que Obama habló en el Centro, a la sombra de A. Villamil

La Voz

A MARIÑA

El presidente de EE.UU., Barak Obama, en el Centro Gallego en su reciente e histórica visita a Cuba
El presidente de EE.UU., Barak Obama, en el Centro Gallego en su reciente e histórica visita a Cuba

El tabaquero Antonio Villamil, emigrante de A Pontenova, fue el primer mariñano en llegar a presidente del Centro Gallego

04 abr 2016 . Actualizado a las 12:04 h.

El primer mariñano que alcanzó la presidencia del Centro Gallego de La Habana fue el tabaquero Antonio Villamil Colmenares, de Vilameá (A Pontenova), en 1915, tal vez la etapa de su mayor esplendor.

Un momento en el que el Centro fue galleguista, trabajaba por y para Galicia, la defendía y propulsaba su desarrollo. La Guerra Civil todo lo frustró. Y también esta entidad que, a partir de ella, fue un cómplice agente del franquismo.

Villamil contó en su gobierno con dos mariñanos, el vicepresidente Pascual Aenlle Aguiar _prestigioso abogado oriundo de Trabada y presidente de honor de Hijos de Lorenzana_ y el secretario, Juan Ramón Alvarez, emigrante de O Valadouro propietario en La Habana de la joyería que tenía la exclusiva de los famosos relojes Lohegrin.

Antonio Villamil era dueño de las fábricas de tabaco La Flor del Puro Habano y La Moda, que comercializaban sus cigarros en España y el mercado anglosajón, vicepresidente del Diario Español y presidente de Vendedores de Tabaco de Cuba.

En 1909, participó en la Exposición Regional de Santiago con un stand con sus productos y más de 60 vitolas de tabaco. El puesto obtuvo el Diploma de Honor y la Medalla de Oro del certamen y complació tanto a Alfonso XIII, cuando lo visitó, que quiso comprar la colección expuesta. Halagado por su interés, Villamil se la regaló en un gesto que la prensa de la época valoró en 1.000 pesetas.

Su prestigio y fortuna le otorgaron una relevante posición en Cuba que le posibilitó ocupar destacados cargos en el Centro Gallego, presidir el orfeón Ecos de Galicia y fundar Hijos de Vilameá y Vilaodrid en Cuba.

El tabaquero de A Pontenova fusionó sus empresas con las del ortegano José Santalla, presidente del Centro Gallego entre 1897 y 1901. La hermana de éste, Concepción, era la esposa de Villamil con el que tuvo cuatro hijos: Dulce, Elena, Josefina y Antoñito. Otra hermana de José y Concepción, llamada Amparo, se casó un primo de Antonio, llamado José Mª Díaz Villamil que tenía dos hermanos en Cuba, Juan y Tomás.

Todos ellos continuaron con la empresa familiar hasta que fue incautada por la dictadura de Fidel Castro que, no obstante, mantuvo el nombre de la compañía así como las marcas y vitolas que ceñían los habanos.

Villamil y Santalla fueron auténticos innovadores en incorporación de máquinas y tecnología y en el uso publicitario de sus productos con imágenes de personajes del cine y de la política, como fue el caso del aviador Ramón Franco, republicano y hermano del posterior dictador español, Francisco Franco.

Antonio Villamil ayudó y protegió a los gallegos de Cuba y en particular a los de A Mariña.

En sus frecuentes visitas a esta zona, colaboró con iniciativas sociales como la compra de acciones a la Sociedad Agraria de Riotorto para construir su sede y casa agraria.

memoria de mariñáns por martín fernández

Rodríguez Vázquez, de Viveiro, cedió su cargo a un falangista al comenzar la guerra

El viveirense Antonio Rodríguez Vázquez _personaje que inició en octubre esta serie de Memoria de Mariñáns_ fue presidente del Centro Gallego en tiempos convulsos, en 1936. Antes, había presidido el Centro Gallego de Caibarién, ciudad en la que residió largo tiempo, y la Sociedad de Beneficiencia Naturales de Galicia.

Fue uno de los hombres más ricos de Cuba _dueño del edificio del Teatro América_ y aún hoy sus descendientes reclaman al gobierno de Castro su patrimonio incautado.

Fue elegido presidente del Centro Gallego de La Habana el 18 de marzo de 1936. Nombró como tesorero a su amigo Cayetano García Lago, un falangista de Muxía (A Coruña). El Centro pasaba por momentos de tensión en el contexto prebélico de la Guerra Civil y, en julio de ese año, el viveirense, un acomodado conservador, cedió la presidencia al impetuoso joven falangista García Lago.

En las elecciones de 1937 se presentaron dos partidos, Renovación y Defensa Social y Afirmación Gallega, ambos conservadores. Ganó el segundo, con García Lago como nuevo líder. Dos años despues, en 1939, se presentó una tercera fuerza, Hermandad Gallega, liderada por Gerardo Alvarez Gallego, de tendencia republicana. Castelao, llegado a Cuba en busca de recursos para la República, apoyó a Alvarez Gallego censurando las políticas caciquiles del Centro.

Pero los dos partidos conservadores se fusionaron en uno llamado Afirmación y Defensa, ganaron las elecciones y perpetuaron en el poder a la línea que seguían Rodríguez Vázquez y García Lago, luego continuada por Narciso Rodríguez Lanza ya en pleno franquismo.

Todos ellos son parte de la historia, también de A Mariña, en la difícil emigración.

Franco condecoró al barreirense Rodríguez Lanza

El barreirense Narciso Rodríguez Lanza presidió el Centro Gallego en los periodos 1928-1930 y 1951-1955. Durante 23 años ya había formado parte de sucesivas directivas.

Nació en San Cosme de Barreiros en 1892 y a los 12 años emigró a Cuba. Logró una sólida posición económica a través de empresas del tabaco, como propietario y como gestor. Tenía fama de eficaz hombre de negocios y de gran orador.

Vinculado al falangista muxián Cayetano García Lago _que también presidió el Centro_, Rodríguez Lanza fue concejal en el Ayuntamiento de La Habana y defensor de las tesis franquistas.

En 1953, siendo presidente del Centro Gallego por segunda vez, viajó a España para recibir, de manos de Franco, la Encomienda de la Orden de Isabel la Católica junto al valadourense Joaquín Díaz Villar, gerente de Almacenes El Encanto, precedente de El Corte Inglés. El régimen premiaba así los apoyos de los emigrantes en Cuba, dentro de un marco de relaciones cómplices con el dictador cubano, Fulgencio Batista.

Congreso de la Emigración

En esas fechas, bajo la presidencia de Rodríguez Lanza, el Centro Gallego contaba con 55.000 socios y un presupuesto anual de 2 millones de dólares. Los pagos mensuales a sus empleados suponían 86.000 dólares y a su sombra crecían 67 sociedades. Sostenía escuelas con un censo de 1.000 alumnos y su hospital La Benéfica atendía a diario a 600 enfermos. Tenia también un asilo para socios carentes de recursos.

En ese viaje a Madrid, Rodríguez Lanza concordó con Alfredo Sánchez Bella _director del Instituto de Cultura Hispánica y luego Ministro de Información y Turismo_ la organización del Primer Congreso de Centros Regionales Españoles para debatir problemas y aspiraciones comunes.

Acordaron celebrarlo al año siguiente en La Habana y así lo anunciaron en el ABC. Pero quedó eclipsado ante el Congreso de la Emigración que, organizado por el Consello de Galiza, tuvo lugar en Montevideo y Buenos Aires en 1956. Un congreso que ellos pretendían desvirtuar, anticiparse y contrarrestar.

martinfvizoso@gmail.com