Intelectuales, periodistas y abogados salen en defensa del arrestado

La Voz REDACCIÓN/AGENCIAS.

INTERNACIONAL

08 dic 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Julian Assange lo mismo que tiene infinidad de detractores también tiene muchos amigos. Unos y otros comienzan ahora una guerra de declaraciones. Mientras, Wikileaks anunció ayer que la detención de su redactor jefe no afectará a la divulgación de más cables.

El renombrado intelectual estadounidense Noam Chomsky se unió a la petición de periodistas, abogados y escritores australianos para que la primera ministra de Australia, Julia Gillard, exprese un apoyo firme al fundador de Wikileaks. La «retórica cada vez más violenta» contra Julian Assange genera «graves preocupaciones» por su seguridad, dice la carta dirigida a la jefa del Gobierno australiano, Julia Gillard.

Entre otros, también el cineasta británico Ken Loach, el conocido periodista australiano John Pilger, defensor de los derechos humanos, y la millonaria Jemima Khan, hermana del diputado tori Zac Goldsmith, implicada en causas sociales, ofrecieron avalar la fianza de Assange.

Varios periodistas, cámaras de televisión, fotógrafos y un grupo de simpatizantes se congregaron ayer ante las puertas del tribunal en Londres.

También la organización Reporteros Sin Fronteras pidió a las autoridades británicas que no juzguen al fundador de Wikileaks por la publicación de documentos secretos de EE.?UU, según Efe.

Sin duda, la reacción más notoria de satisfacción por la detención de Julian Assange procede de Estados Unidos, cuyo Gobierno lo detesta, aunque después suavizó sus declaraciones.

El secretario de Defensa, Robert Gates, saludó ayer su detención y dijo que «parece una buena noticia». El presidente estadounidense, Barack Obama, y otros políticos norteamericanos de alto rango habían reiterado en los últimos días que la publicación de protocolos y despachos confidenciales y secretos sobre las guerras en Irak y en Afganistán, ponía en peligro vidas humanas y dañaba los intereses estadounidenses.

Después, el Departamento de Estado fue más cauto. «Nuestra evaluación continúa. Más allá de esto, en este momento su detención es un tema del Reino Unido y Suecia», dijo su portavoz Philip Crowley.