Los gallegos, tan divididos como los ingleses

Xosé Vázquez Gago

INTERNACIONAL

Cameron es cliente habitual del restaurante Galicia
Cameron es cliente habitual del restaurante Galicia VÁZQUEZ GAGO

La junta directiva del Centro Gallego de Londres alberga a «brownites» y «cameroonians»

02 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

A los camareros del Centro Galego de Londres, un joven canario y un gallego más talludito, no les hacen mucha gracia las cámaras de fotos, pero hacen una tortilla con patatas y cebolla de muerte. El establecimiento del 869 de Harrow Road, a dos pasos del conocido barrio de Portobello, es uno de los principales puntos de encuentro de la colonia gallega en Gran Bretaña. En el centro se habla gallego, se come pulpo con cachelos y en las noches de los sábados se bebe queimada.

Los miembros de la directiva no votarán el jueves y, aunque tienen claro a quién prefieren, les pasa como a los ingleses. Están divididos. Nicolás Miño, el presidente, cree que «gañará Brown» porque, en un «momento moi crítico» como el que pasa el país, los ingleses escogerán a «alguén con experiencia». Coincide con él Rogelio Loureda, delegado de deportes. Confía en el premier, pero cree muy probable un hung parliament , un Gobierno en minoría. Ofelia Fernández completa el grupo de los brownites , como se llama en Inglaterra a los partidarios del primer ministro, al que considera «máis sólido» que sus rivales.

Los cameroonians , que creen que ganará Cameron, son Jesús Ledo, el vicepresidente, e Isabel Riola, delegada de cultura. Ledo cree que «a xente nova quere líderes novos: ahí están Sarkozy, Obama... Cameron sairá coma eles, pero por pouco», afirma. Riola, que fue durante años el ama de llaves en una casa de la realeza árabe, coincide con Ledo en que Brown ha cometido «moitos erros» y en que el líder conservador es el más adecuado. Cuando se les pregunta con qué partido han estado mejor los gallegos en Inglaterra en los últimos 40 años casi coinciden en responder que «home, ningún deles fixo nada por nós directamente». El propio David Cameron visitó alguna vez el centro, recuerdan.

El único que cree que los liberaldemócratas pueden dar el golpe es Fernando García: «O rapaz, Nick Clegg, o fixo ben nos debates e parece capaz de darlle un cambio ao país».

El encargado, Román Ventoso, se define como una persona «de esquerdas». Cree que puede ser la hora de los tories porque «son moitas lexislaturas cos laboristas e a xente cre que o país ablandouse, queren man dura e disciplina nas escolas, e iso é o que vende Cameron». Él prefiere a los laboristas o los liberales porque «ao final nós tamén somos inmigrantes aquí».

Manuel Casais, uno de los parroquianos habituales, evita el debate. «Nin política nin relixión», afirma. Pero se ofrece como guía hasta el restaurante Galicia, en Portobello, otro lugar de la capital en el que siempre hay gallegos y en el que es posible encontrarse a Cameron, que debe ser aficionado a los productos gallegos ya que acude a comer allí de forma frecuente.

En la barra del Galicia se encuentran José López, al que todos conocen como Pepe Sada, Manuel Villar, un vecino de Malpica que conduce el autobús número 18, y Zuber, un amigo procedente de Marruecos con un perfecto español.

Manuel es el que tiene las ideas más claras: «Antes era dos laboristas, pero agora... tanto me ten quen gane, de verdad, é o mesmo». Manuel los culpa de «darlles os cartos da xente aos banqueiros, iso non é laborismo».

José asiente y añade entre risas: «Eu son do PP, ou sexa, non do partido, senón do Próximo Presidente, do que saia, vamos». Mientras Zuber puntualiza: «Ya se llaman New Labour y no Labour a secas... hombre ahora todos los políticos quieren lo mismo, ¿no? -dice a Manuel-, tener la economía controlada y la inmigración controlada». «Pois iso, todos iguais», remata Manuel.