La rivalidad entre Sarkozy y Villepin llega al banquillo

Esperanza Suárez

INTERNACIONAL

20 sep 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

En el banquillo, un ex primer ministro; en la acusación particular, el presidente de la República. Nada es normal en el proceso que empieza mañana en el Tribunal Penal de París, donde los jueces decidirán si Dominique de Villepin va a la cárcel por conspirar para intentar deshacerse del mayor obstáculo a sus ambiciones presidenciales: Nicolas Sarkozy. Es la historia de una maquinación política seguida de una venganza implacable.

Todo empezó con una lista de presuntos inversores que habrían recurrido a la sociedad luxemburguesa Clearstream para lavar dinero procedente de comisiones ilegales. En ella se coló en clave el nombre del actual presidente. La lista llegó a manos del entonces ministro de Exteriores, y Dominique de Villepin encargó a un espía de confianza, el general Philippe Rondot, que investigara las cuentas de su compañero en Interior (Sarkozy). Jacques Chirac estaba en la recta final de su carrera y ambos aspiraban a sucederle en las presidenciales del 2007.

Pero aunque la lista era falsa, Villepin siguió adelante. Un amigo de confianza, el ex vicepresidente del consorcio aeronáutico europeo EADS, Jean-Louis Gergorin, se encargó de que llegara a la Justicia. Este ha confesado que fue él quien envió al juez Van Ruymbeke los anónimos que lo llevaron a investigar la trama ficticia. Un año después fue la denuncia de un antiguo dirigente de Airbus la que abrió el sumario por denuncia calumniosa de la que ahora se acusa al ex primer ministro.

Villepin niega la conspiración y se ampara en la razón de Estado. Después de rechazar durante meses saber algo del asunto, un registro en el domicilio del general espía permitió a la policía encontrar su diario con detalles de la reunión y las órdenes que recibió. Chirac estaría enterado.

Venganza

Sarkozy se sumó a la acusación particular. Vio cómo su enemigo se convertía en su jefe y, según recuerda estos días con insistencia Villepin, le complicó la vida durante los disturbios de los barrios y la rebelión de los estudiantes contra su nuevo modelo de contrato precario, los dos acontecimientos que cavaron su tumba política.

El vencedor no ha tenido piedad. Ha llegado a decir que quisiera «colgar al manipulador de Clearstream de un gancho de carnicero». «Ya es hora de desembarazarse de una vez por todas de estas trampas de la V República», aseguró.

Villepin puede ser condenado a cinco años de prisión y a una multa de 45.000 euros. Atacado en todos los frentes, sus abogados denuncian una manipulación del proceso por quien, además de parte, es el primer magistrado de Francia.