La localidad libanesa de Nabatie se tiñe de rojo en la fiesta del Ashura, que este año se solidariza con Gaza

Natalia Sancha

INTERNACIONAL

08 ene 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Las calles de Nabatie se tiñen de rojo este año en solidaridad con Gaza. Un extraño caos sonoro reina en la ciudad. Los ancianos recitan historias de la vida de Huseín y la batalla de Kerbala a través de los altavoces que rodean la plaza central. De fondo, resuenan los golpes de pecho en son de mea culpa que se confunden con el trotar de los caballos. Mujeres sollozan y otras lloran sin consuelo.

En medio de la plaza Baida, un grupo de actores iraquíes representan la batalla de Kerbala. Lloran a Huseín, hijo de Alí y Fátima, hija del profeta Mahoma. Huseín fue asesinado en el año 680 después de Cristo por una tribu enemiga, en la batalla que tomó su nombre de la ciudad iraquí de Kerbala.

Alí, cuñado del profeta, fue el cuarto y último califa descendiente de Mahoma. Con el asesinato de sus dos hijos, Hasán y Huseín, nació una nueva rama del islam, la chií. Poco se oía de esta escisión del islam en Europa hasta que la mediatizada guerra de Irak en el 2003 exacerbó las diferencias entre suníes y chiíes.

Símbolos de sacrificio

Miles de personas con las palmas de las manos giradas hacia el corazón se golpean el pecho. Otras blanden sables que alzan al cielo. Más de 25.000 personas vestidas de negro lloran la muerte de Huseín mientras otros miles, los menos, de blanco se golpean la cabeza con sables afilados al tiempo que gritan ¡Haidar!, en referencia a Alí.

Pasarán varias horas hasta que el blanco se torne rojo. Familiares y amigos hacen un corte en la cabeza del «penitente» con un rápido y firme movimiento de navaja. Las ambulancias y enfermeros acompañan la marcha. Los símbolos palestinos en solidaridad con Gaza también.

Los quinceañeros presumen ante las chicas y cuando nadie los mira embadurnan sus pañuelos blancos con sangre para así parecer más hombres. Mujeres, ancianos y niños disfrutan del espectáculo. Una veintena de extranjeros siguen con interés la escena, que se asemejaría a una verbena si no fuera por la sangre que salpica.

Niños de apenas dos años se golpean con las manos la brecha en la cabeza para hacer brotar la sangre mientras sus padres y madres los incitan al grito de ¡Haidar!

Banderas de Amal ondean al pasar. Ninguna de Hezbolá. Fadalá, influyente ideólogo, prohibió a sus seguidores verter sangre el día del Ashura.

En Dahia, los suburbios al sur de Beirut y feudo de Hezbolá, la ceremonia de Ashura no tiene color rojo. Mientras que en la mayoría de los países musulmanes se reduce al llanto y al golpe de pecho, en Nabatie e Irak, los hombres y escasas mujeres vierten ríos de sangre en honor de Huseín.

Trece siglos mas tarde, los chiíes cantan un mea culpa por no haber socorrido a Huseín el día de su matanza.