La crisis energética causa en un día 50.000 cortes de luz en Buenos Aires

Agustín Bottinelli

INTERNACIONAL

Es el país de Latinoamérica que más creció en los últimos tres años, lo que agravó la escasez de carburante

29 ene 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Cuando el pasado 9 de enero la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, admitió públicamente que el día anterior se habían producido 50.000 cortes de energía simultáneos solo en la ciudad de Buenos Aires y en sus alrededores más próximos oficializaba algo que los argentinos sabían, pero que el Gobierno de Néstor Kirchner había negado siempre: la existencia de una grave crisis energética.

Es paradójico que el país de Latinoamérica que mayor crecimiento industrial ha tenido en los últimos tres años, lo haya hecho con su producción energética bajo mínimos y soportando recortes del suministro en el sector industrial y en el doméstico.

En Argentina falta energía y esta realidad ya no puede ocultarse. Y lo peor es que no se ven soluciones a corto o medio plazo. No hay una política energética sustentable y planificada como para saber que al menos en cinco o diez años se habrán puesto en marcha fuentes generadoras de energía que logren una producción que supere a la demanda.

La semana pasada, el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, dijo que «en los próximos 60 días se sumarán 850 megavatios al sistema nacional». Parte provendrá de la elevación de la cota del dique de la represa de Yacyretá, lo que sumará 100 megavatios al sistema eléctrico. Otros 550 serán aportados por la central en construcción de General Belgrano, en Campana, en la provincia de Buenos Aires, según indicó el hombre de mayor confianza de los Kirchner, aunque no precisó de dónde saldrán los 200 megavatios restantes.

Todo es posible y nada es probable parece ser el lema cuando se habla del problema energético en Argentina, donde faltan propuestas desde hace más de veinte años.

La escasez doméstica de gas, electricidad y combustibles líquidos, especialmente gasoil, se acrecentó durante los últimos tres años, pese a haber proyectos de empresas del sector privado para autoabastecerse de energía y reducir así su dependencia de la oferta nacional.

Sin embargo, el impacto de esa situación sobre la evolución de la actividad no resultó significativo. La razón es sencilla: buena parte del aumento de la demanda doméstica de combustibles y energía que no pudo satisfacerse con producción interna se cubrió con una caída de las exportaciones. Así, la presidenta argentina ordenó detener las exportaciones a las empresas que no volviesen los precios del mercado interno a los del 31 de octubre del 2007.

Repsol-YPF, Petrobras y Esso aceptaron la sugerencia del Gobierno, pero Shell se mantuvo hasta el viernes con precios acordes al mercado internacional, poniendo en riesgo a más de 500 gasolineras que operan con la compañía holandesa y que vieron caer sus ingresos. Ahora, la petrolera decidió bajar los precios en un 15%.

Por orden de Cristina Fernández, el Gobierno analiza la posibilidad de obligar a Shell a hacer un depósito al Estado por 14.5000.000 euros, por supuestas violaciones a la ley de abastecimiento del mercado interno.