Los cruceiros barrocos de Lugo son ejemplos del estilo gallego

Benigno Lázare

LUGO

El director del Museo de Pontevedra analizó en el lucense la historia y características de estos elementos arquitectónicos

23 abr 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

El barroco es el estilo al que pertenecen los más interesantes cruceiros de Galicia y sus características son similares en las cuatro provincias, según señaló ayer el director del Museo de Pontevedra y estudioso de estas manifestaciones escultóricas, Carlos Valle, que ofreció una conferencia dentro del séptimo curso A Arte Galega, que se desarrolla en el Museo Provincial de Lugo. A pesar de esa uniformidad general, hay algunas especifidades propias de escuelas locales, que también se dieron en el esta parte de la Comunidad.

Aunque una de las comarcas en las que más abundan las cruces de piedra es A Terra Chá, se trata de tallas que pertenecen casi todas al siglo XIX y al XX, por lo que no fueron estudiadas por Valle. Sin embargo, sí hay muestras destacadas como el de Ligonde, en Monterroso, o dos de Abadín, entre otros muchos.

El director del Museo de Pontevedra aseguró que en los trabajos de investigación de los cruceiros Castelao sigue siendo el referente. Con anterioridad había trabajos dispersos pero él realizó un estudio que, aunque necesite alguna revisión, sigue siendo insuperable e imprescindible.

«Castelao comezou a investigar a principios da década dos anos 20 e, aínda que ao traballo dedicoulle 12, ata 1936, non se publicou ata xuño do 1950, polo que se pode considerar unha obra póstuma, xa que morrera en xaneiro», dijo Carlos Valle. El intelectual galleguista también se centró en investigar la relación con las cruces de Bretaña, a través de San Vicente Ferrer, sin embargo antes de la llegada de este santo a Galicia ya había cruceiros y solo se conoce el de San Domingos de Bonaval dedicado al fraile valenciano.

Valle destacó la influencia de Gregorio Fernández que se aprecia en el barroco de algunas cruces, y destacó a artistas como Xosé Ferreiro o Faílde, que en el siglo XX siguió la tradición del barroco. Con respecto a la representación, en el anverso siempre figura Cristo, y en el reverso la Virgen en sus distintas advocaciones.