Mondoñedo vivió su particular 11-S

Inmaculada Eiroá González
i. eiroá MONDOÑEDO / LA VOZ

LEMOS

Hoy se cumplen 250 años de la riada que provocó siete muertos e innumerables daños

11 sep 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

reportaje aniversario de una catástrofe

El tiempo lo borra casi todo, incluso los recuerdos más amargos. En Mondoñedo pocos vecinos sabrán que hoy se cumplen dos siglos y medio de la riada que provocó siete muertos y causó grandes destrozos en la localidad. Es el particular 11-S que padeció la ciudad. Aquellos sucesos y sus consecuencias posteriores se recogen en los legajos que se guardan en el consistorio. El archivero Antonio Muñoz, que trabajó durante un tiempo en Mondoñedo recuerda aquellos acontecimientos.

Recogen los documentos que a las ocho de la tarde del 10 de septiembre de 1761 comenzó a llover sin parar y en la madrugada del día 11 se produjo una gran riada, al desbordarse el Río Sixto, llevándose por delante la vida de siete personas cuyos cadáveres aparecieron a varios kilómetros de Mondoñedo. La tromba barrió el matadero, el murallón que había en la zona donde está la Iglesia de Os Remedios y otras estructuras.

El desastre alcanzó gran repercusión. Tanta que el entonces Rey Carlos III, con su ministro Esquilache, adoptaron medidas en beneficio de la ciudad. Así, a final de ese año el monarca eximió a Mondoñedo de pagar impuestos tanto durante la anualidad en que ocurrió la desgracia como en el siguiente ejercicio, aportando, a mayores, 100.000 reales de vellón para obras de reconstrucción (2,5 reales de vellón equivalían a un real de plata).

Al verano siguiente de la catástrofe Carlos III envía a Mondoñedo a Gabriel Martín, miembro del Real Cuerpo de Ingenieros, para ocuparse del plan de reconstrucción e impulsar las medidas necesarias para evitar que se repitiera de nuevo la desgracia. Su idea era meter bajo tierra el Río Sixto, canalizarlo. Así se hizo, pero con un proyecto menos grandioso del que proyectó inicialmente este militar.

Protestas vecinales

La obra tardó en ejecutarse más de una década (se terminaron en 1775) y provocaron algunas protestas vecinales. La primera de ellas generadas por la grandiosidad del proyecto inicial; los vecinos de la zona no querían unas bóvedas tan grandes como las que diseñó Martín en un principio. Fue un proyecto importante que se sacó a concurso en las distintas provincias gallegas, en donde se repartieron copias de los planos de aquel primer diseño. Se adjudicaron los trabajos a José Puente, de Pontedeume, que se trajo su propia gente para ejecutar los trabajos. Pero la llegada de trabajadores foráneos desencadenó otra oleada de protestas de los mindonienses, que reclamaban el trabajo para ellos. Destaca el archivero Antonio Muñoz que durante el tiempo de ejecución de los trabajos se llevó a cabo un estrecho control de las cuentas, para evitar malversación de fondos. En los archivos mindonienses hay constancia de los continuos informes que el Concello debía remitir.