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Tras la huella del hierro en O Courel

Carlos Rueda / C. Vázquez

AGRICULTURA

El entorno natural de Lousadela aúna los vestigios de un pasado siderúrgico visible aún en las viejas herrerías con la belleza de aldeas tradicionales como la de Seceda

20 jul 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Hay lugares cuyo paisaje permite ver la acción de la mano del hombre, a la vez que nos permite encontrarnos con vestigios de un pasado interesante. Perderse por cualquiera de estos sitios siempre puede resultar agradable y reconfortante para aquellos a los que les gusta olvidarse del reloj.

El lugar de Lousadela fue en tiempos un importante enclave relacionado con la industria del hierro que al mismo tiempo adquirió gran importancia al constituirse en lugar de paso obligado para los que debían comunicarse entre los ayuntamientos de Samos y O Incio con la zona de O Courel.

Pero si Lousadela le debe a algo su importancia en el pasado esto se debe en gran medida a la circunstancia de haber contado con una de las más importantes factorías de O Courel, dedicada a la elaboración de hierro. Nos referimos a la Ferrería de Lousadela.

Hay pruebas de que la herrería de Lousadela ya existía en el año 1669 y cuyo arrendatario fue Bartolomé de Valcarce y Armesto, un comerciante de Villafranca del Bierzo. A Comienzos del siglo XIX el negocio pasó a ser propiedad de Juan Francisco de Ribadeneira, natural de Bóveda. Éste tiene en su haber un logro importante y es que en el transcurso de una exposición agrícola e industrial que tuvo lugar en la ciudad de Santiago, presentó por primera vez el hierro fundido en barra. Se sabe que después la producción decayó considerablemente, a partir de 1874. En 1882, la herrería no pudo trabajar más de un mes en todo el año, debido a la carencia de la materia prima que servía de combustible, es decir, la madera procedente de los bosques de la zona.

Este mismo problema fue el que acarreó la desaparición de todas las ferrerías tradicionales luceneses alimentadas con carbón vegetal, que no pudieron competir con la pujante siderurgia vasca. Poco más tarde, la factoría de Lousadela dejaría de fundir para siempre.

Sin embargo, unos años antes, la producción de hierro era de unos 400 quintales, obtenidos de los 850 quintales de mineral de hierro. Este mineral procedía en su mayoría de los yacimientos situados en A Veneira de Roques en A Pobra do Brollón. Aunque también llegaba mineral procedente de los yacimientos del monte Formigueiros de O Courel, y en menor cuantía de los situados en la aldea de Seceda. En la veterana factoría trabajaban entonces con normalidad cinco oficiales y dos fundidores. Además, durante los meses de invierno, una buena parte de los vecinos de la zona se dedicaban a elaborar carbón, que después vendían a la factoría, y a arrancar mineral de hierro para su fundición.

Una vez paralizada como fundición, siguió activa hasta 1910, como mazo. De estas instalaciones sólo se conserva íntegra la vivienda, el resto está en ruinas, aunque conserva algunos de sus muros, como los del banzado y banzadillo y los depósitos de agua, al lado del río Lóuzara y de la vivienda.