Jade Goody se casó entre risas y lágrimas

Imanol Allende

TELEVISIÓN

A la ex participante del Gran Hermano británico apenas le quedan unas semanas de vida.

23 feb 2009 . Actualizado a las 14:44 h.

Jade Goody, la ex participante del Gran Hermano británico aquejada de cáncer y a la que apenas le quedan unas semanas de vida, lograba ayer su propósito de contraer matrimonio con su prometido, Jack Tweed. La ceremonia, a la que asistió un grupo de unos 200 amigos, familiares y personalidades del mundo del espectáculo, entre ellos el actor Anthony Costa, se celebró con la única presencia de periodistas de la revista OK! , y un equipo de televisión del canal ITV, después de haber vendido los derechos de la ceremonia por más de un millón de euros.

La novia, que llegó 45 minutos tarde, llevó una cosa azul y otra vieja, como mandan los cánones de las ceremonias en el Reino Unido; el novio llevaba una pulsera electrónica, ya que se encuentra en libertad provisional. De hecho, pudo pasar la noche junto a su esposa por la intervención en el último minuto del ministro de Justicia, Jack Straw, que pidió cierta flexibilidad. La noche de ayer puede que sea la única que pasen juntos los esposos.

El día comenzó con una enorme dosis de humor y excentricidad. Jack abandonó la casa de su madre junto a unos amigos vestidos con ropa interior femenina. Jack llegó al Hotel en un Rolls Royce azul a eso de las diez de la mañana, mientras que Jade lo hizo la noche anterior en helicóptero. La joven se pasó toda la mañana con los preparativos de la boda, que ha tenido un coste de unos 300.000 euros. La banda Sugababe, que suele cobrar 100.000 euros por actuación privada, en esta ocasión lo hizo gratis.

La pareja había alquilado todo el hotel para la celebración. Los invitados indicaron tras la ceremonia que hubo risas y lágrimas. Mientras que los novios firmaban en el libro de registros, los hijos de Jade, fruto de una relación anterior, estaban sentados en sus piernas. Tras la firma, los novios recibieron una larga ovación por parte de los invitados. La novia solo se vio obligada a sentarse en los últimos cinco minutos de los 45 que duró la ceremonia.

En las inmediaciones del hotel se pudo ver una fuerte presencia policial, al menos había seis coches patrulla, y varios agentes en la puerta de entrada, donde se agolparon docenas de curiosos.