Hace tan solo unos años se calculaba que el 95% del tabaco ilegal que entraba en España era falsificado. Esa cifra se rebaja ahora al 85%, por el nuevo auge del tabaco de contrabando procedente de Estados Unidos que entra en contenedores, o por la introducción ilegal de las cajetillas a través de las fronteras portuguesas, por Andorra o en aviones procedentes de Canarias.
Aún así, la mayoría del tabaco que se adquiere fuera de los estancos es falsificado, procedente de China o de otros países asiáticos. Se vende en mercadillos, en cualquier calle donde lo ofrecen vendedores ambulantes, en la trastienda de muchos bares o en mercados como el de A Pedra, en Vigo.
Excrementos de conejo
Si no hay duda alguna de que el tabaco legal es perjudicial para la salud, más lo es todavía el falsificado, que no pasa por los controles sanitarios a los que se someten los cigarrillos de los estancos. Sirva como ejemplo un llamativo caso del que se tuvo constancia en noviembre del 2009, cuando en Santa Cruz de Tenerife se desarticuló una red que introducía tabaco falsificado y en cuya composición se descubrieron, entre otras sustancias tóxicas, excrementos de conejos.
En el tabaco legal hay declarados hasta 250 componentes, tal y como explica Joaquín Rodríguez, de la Asociación de Estanqueros de A Coruña. Los controles sanitarios que se hacen en España impiden que se supere el 10% de alquitrán, la misma cantidad de monóxido de carbono y una cantidad variable de nicotina -la sustancia que crea adicción- que tampoco puede superar ese porcentaje. Por supuesto, es imposible determinar si el falsificado se ajusta a esas cantidades.
Al margen de su sabor y de su precio, hay otros indicios que pueden hacer sospechar al consumidor de que el tabaco que tiene en sus manos es falsificado. Por ejemplo, que las leyendas sanitarias no aparezcan en español, que los precintos repitan el número de serie o que ni siquiera estén en el mismo sitio. Con todo, las mafias que exportan esos cigarrillos han mejorado en los últimos tiempos las falsificaciones, y a veces es imposible detectarlas a simple vista.