O Vao le gana el pulso a la piqueta

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

GALICIA

La solución al poblado se ha enquistado tras las demoliciones del 2007

03 mar 2011 . Actualizado a las 14:34 h.

El tiempo parece no pasar por el asentamiento marginal de O Vao, en Poio. Hace algo más de cuatro años fueron derribadas nueve chabolas. No transcurrió mucho hasta que, en los mismos puntos, se levantaron nuevas edificaciones con vistas sobre la ría de Pontevedra.

Pese a que aquellas demoliciones se anunciaron como un primer paso a la solución de este poblado, la realidad es que, a día de hoy, tal solución parece cada vez más lejana. No solo lo reconocen los propios gitanos consultados -«dejad todo como está», fue la respuesta de más de uno-, sino que lo asume el propio alcalde de Poio.

Luciano Sobral lamentó ayer que el conflicto de los realojos esté más enquistado que nunca. Tras matizar que lo que se vivió en O Vao fue diferente a lo de Penamoa, el regidor señaló que «non se está facendo nada, nin para ben, nin para mal».

Los proyectos emprendidos durante la etapa del bipartito «están parados». Ni se habla de nuevos realojos, ni de viviendas de protección oficial, ni de poblados de transición... «Xa non nos plantexamos ningunha solución porque agora non contamos con apoios», precisó.

Todo parece indicar que lo único que está funcionando es el trabajo que diariamente realizan una trabajadora social y una psicóloga financiadas por la Xunta. Ambas profesionales trabajan con familias de etnia gitana que voluntariamente tratan de hallar una salida para abandonar el poblado.

Es un trabajo lento, muy lento. Por el momento, dos matrimonios han dejado atrás el asentamiento y comenzado una nueva vida en pisos de la bolsa de alquiler de la Administración autonómica, destacó Sobral.

¿Y los realojados del 2007? Fue una medida fallida. La decisión de reubicar a tres familias en pisos del barrio pontevedrés de Monte Porreiro chocó frontalmente con los vecinos. Finalmente, se tuvo que adquirir una parcela con tres viviendas a escasos cincuenta metros del poblado para que residiesen.

En cuanto a los de Caritel, en Ponte Caldelas, prosiguen las conversaciones para que abandonen las viviendas que ocupan. En relación con estas dos familias, Sobral añadió que ambas siguen empadronadas en Caritel y ocupando las propiedades, si bien confirmó que muchos de ellos pasan la mayor parte del tiempo con sus allegados en O Vao.

De todos los realojos, el único que parece haber fraguado al 100% es el de un matrimonio que se asentó en un piso de Boavista. Tal vez por la escasa distancia que separa este punto del municipio de Poio con el asentamiento marginal de O Vao.

Crece la desesperanza

Y mientras tanto, la desesperanza crece entre los miembros de la Asociación de Vecinos de O Vao, que observan cómo un centenar de chabolas le siguen ganando la batalla a la piqueta. Carmen Esperón, presidenta del colectivo, aún trató ayer esta cuestión con su abogado.

Considera que existe una doble vara de medir a unos y a otros, al tiempo que se mostró muy crítica con la labor de los políticos: «Ahora nos dicen que para ejecutar los derribos de las chabolas que se levantaron sobre los restos de las que tiraron tenemos que empezar de cero, con una nueva denuncia, cuando son terrenos donde nadie puede edificar».

Y es que para la Justicia se trata de edificaciones nuevas, diferentes a las que se referían los expedientes municipales y las órdenes judiciales que, a la postre, las redujeron a escombro.