Un preso se fuga con 355.000 euros que estafó a su compañero de celda

GALICIA

13 dic 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Teixeiro vivió las pasadas semanas su particular Cadena perpetua . Un abogado, una estafa y una fuga. Todos los alicientes para un éxito cinematográfico.

Roberto G. todavía se pregunta por qué habría confiado en Enrique C., su compañero de celda fugado con los 355.000 euros que le estafó con el engaño de que podía ayudarlo a salir de la cárcel seis años antes de lo que el juez dictaminó. El cebo que hizo picar al engañado reo fue el del famoso penalista Marcos García Montes, en teoría gran amigo suyo. Falso.

La historia comenzó hace unos meses en Teixeiro, cuando ambos presos se conocieron en la enfermería del centro penitenciario coruñés. Roberto, hombre de algo más de treinta años al que sus allegados califican de «ingenuo» y que asegura estar injustamente condenado por un delito de abuso sexual, cayó víctima de un veterano estafador. Poco a poco ambos fueron labrando una amistad que llevó a Enrique a pedir el cambio de módulo, solicitud que le fue concedida. El entendimiento era tan bueno que ambos hicieron una nueva petición a la dirección del centro: querían compartir celda. Lo consiguieron.

Cada día pasaban más tiempo juntos y la confianza era total. Entonces, Enrique propuso a su compañero la posibilidad de que García Montes llevara su caso. Le dijo que lo conocía porque habían trabajado juntos hace años y que él podía sacarlo de prisión. Le informó también de que su precio era elevado: 55.000 euros, pero que él le garantizaba resultados. Roberto, ansioso por salir de Teixeiro y dueño de unas tierras en la zona de Ferrol, accedió y le dio el dinero a su compañero para que se lo hiciera llegar al abogado.

Las semanas pasaron y el ferrolano comenzó a recibir alguna documentación, supuestamente firmada por García Montes, lo que le hizo creer a ciegas que saldría de la cárcel. El último escrito le informaba de que saldría el 4 de diciembre.

Por entonces, a Enrique ya le habían concedido el tercer grado, lo que no impidió que siguiera visitando a su compañero y llevándole documentos que cada día lo convencían más de que la libertad estaba próxima.

Una fianza de 800.000 euros

Solo había un pero: la fianza le costaría 800.000 euros. Todo un dineral para el recluso. No obstante, hizo todo lo posible por conseguirlo. Un familiar suyo lo ayudó, haciendo frente a un préstamo de 300.000 euros. Era insuficiente. Pero Enrique le dijo que no se preocupara, que su padre era un importante empresario y que pondría el resto. Que le había cogido mucho aprecio y que no lo iba a dejar tirado.

Roberto lo creyó. Hasta que llegó el 4 de diciembre y el estafado preso siguió en Teixeiro. Nadie acudió a recogerlo para facilitarle su salida. Ni rastro de la libertad, ni de García Montes ni del que creía su amigo. Y mucho menos del dinero, que por Teixeiro se cree que viaja camino de Brasil, en donde el supuesto estafador tiene a su compañera sentimental.