«Por muy bien que los niños estén en un centro, precisan más atención»

M. C.

GALICIA

08 nov 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

«Otra gente se hace socio de Médicos sin Fronteras, hay quien colabora con Cáritas. Pues esta es otra fórmula de aportar tu granito de arena, de ayudar». Fue a través de los medios de comunicación como Irma Teijeiro, trabajadora en un estudio de arquitectura de A Coruña, conoció la existencia del Programa de Acogimiento Familiar que coordina la Cruz Roja española. «Preguntas cómo funciona y un día, en un momento, decides que lo haces, coges el teléfono y... hasta ahora», explica esta madre separada, con un hijo de 22 años.

Irma ha acogido en su casa a José (nombre ficticio), un adolescente de 14 años. «La diferencia de edad con mi hijo es alta, entonces no hay problema porque tampoco interfieren», razona para aclarar que el acogido únicamente está con ella el fin de semana. Es una de las modalidades que ofrece el programa. Los otros cinco días, los laborables, él está con su madre. Antes José vivió interno en un centro. Porque, a veces, el regreso con la familia ha de ser gradual.

Hace ya dos años que Irma acoge a José, aunque sea solo los fines de semana. Se llevan bien. «La verdad es que es muy respetuoso. Se adapta a lo que le ofreces. Cuando llegó le expliqué los horarios, le comenté: ''Aquí comemos a esta hora, hacemos las cosas de esta otra''... Nunca hubo problema», recalca.

Elección

Sabe que no es lo mismo acoger a un niño de menos edad que a uno que, como José, tenía doce años cuando entró en la familia. «Con doce son ya más conscientes de lo que ocurre. La verdad es que le apetecía estar en un hogar: llevaba tiempo en un centro. Aunque estén muy bien en una institución, necesitan más atención», apunta. Alcanzada una edad los menores pueden elegir entre continuar en un centro o ir a un hogar temporal.

Ya en el primer momento Irma fue consciente de que el acogimiento no dura. Es temporal. Lo que genera incertidumbre es desconocer hasta cuándo. «A nivel emocional hay que ser consciente de que van a irse. Hay casos en los que únicamente estarán unos meses, otros se quedan durante más tiempo, hasta que la familia biológica recupera la custodia. Nunca sabes cuánto tiempo van a permanecer. Hay que estar preparado para eso», explica.

Pero a esta madre le resulta paradójico que, aunque estos menores estén tutelados por el Gobierno autónomo, algunas familias encuentren problemas en temas fundamentales como resolver la escolarización. «A veces te hablan de casos de gente que ha tenido que recurrir a la buena voluntad de la dirección de un centro para obtener plaza en mitad del curso. Claro, muchos no están registrados en el nuevo domicilio. Ahí tendrían que agilizar los trámites burocráticos para facilitar eso», reclama. Con todo, dice, compensa. «Está claro que el tiempo es lo de menos, hace falta querer hacerlo», concluye.